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Cada 24 horas dos menores de edad son detenidos

La mayoría de los detenidos están vinculados al hurto en sus diferentes modalidades.

Todos los días en Cali dos menores de edad son aprehendidos por diferentes delitos, la mayoría de los detenidos están vinculados al hurto en sus diferentes modalidades, al tráfico y porte ilegal de armas y a la comercialización de drogas. 

Estos son los cálculos que refleja la detención de 381 menores infractores en lo que va de 2018 en la capital del Valle, un 10 % más de aprehensiones que el mismo periodo de 2017. 

“Hasta el 23 de mayo del año pasado teníamos el registro de 345 menores capturados, este año, a la misma fecha, iban 36 casos más. Este incremento lo que demuestra es que muchas problemáticas sociales en la ciudad siguen lanzando a los menores a la delincuencia”, dice la capitana Marcela Narváez Pérez, jefe del Grupo de Protección de Infancia y Adolescencia de la Policía de Cali.

Para dimensionar la problemática actual, Narváez Pérez explica que el 64% de lo menores capturados este año estuvo vinculado a los delitos de hurto, porte ilegal de armas de fuego y tráfico de estupefacientes.

Sin embargo, también han sido aprehendidos por violencia intrafamiliar, estafa, homicidio, lesiones personales, entre otros.

Para formarse una idea de que las detenciones son a diario, tan solo el martes la Policía reportó la captura de dos menores de edad por los cargos de tráfico de estupefacientes, en hechos ocurridos en los barrios Alfonso López y Unión de Vivienda Popular, ellos fueron sorprendidos con 15 gramos de cocaína y 20 gramos de basuco, respectivamente.

Solo tres días antes, también fueron aprehendidos otros dos menores en los barrios Prados del Norte y El Lido por los delitos de hurto y violencia intrafamiliar. Estos casos son solo una muestra de los registros que a diario podrían llevar las 27 estaciones de Policía que tiene Cali en toda su área metropolitana. 

Recluidos 

Por su parte, María del Pilar Castro Pico, juez coordinadora del Sistema Penal Para Adolescentes en Cali, ve con preocupación el incremento de menores detenidos debido a que los dos centros de formación juvenil de Cali, Buen Pastor y Valle de Lili, a los que son trasladados los infractores cuando son condenados, están casi en su máxima capacidad.

Según la Jueza, actualmente en estos centros hay 762 menores recluidos que están cumpliendo sanciones privativas de la libertad de hasta ocho años. 

“Nosotros analizamos esa situación con la Policía Judicial y al final decimos que es muy triste tener que reconocer que nuestros jóvenes tienen un precio en el entorno criminal de la ciudad, pues desde los doce años los delincuentes los empiezan a inducir al delito, porque saben que antes de los 14 años ellos no pueden entrar a hacer parte de un proceso penal”, dice la Jueza.

Tanto la Jefe del Grupo de Infancia y Adolescencia de la Policía de Cali, como la jurista, coinciden en ratificar que la delincuencia juvenil es un fenómeno que no está bajo el control pleno de las autoridades, pues siempre antes que pensar en reformas judiciales y estructurales que se necesitan para dar frente a la problemática, “lo principal es prevenir que nuestros niños conozcan la delincuencia”.

Johanna Ortiz, sicóloga asesora de ONG Crecer en Familia, operadora de los centros de formación en Cali, explica que, aunque no todos los casos son iguales, la mayoría de los jóvenes infractores presentan características sociales similares a las que se les puede atribuir su comportamiento. 

Según la experta, muchos de estos adolescentes pertenecen a familias que son disfuncionales; monoparentales (que cuentan con solo uno de los padres) o que carecen de la posibilidad de suplir necesidades básicas tales como las salud, la alimentación, la educación, entre otras. 

“Todo ese conjunto de ausencias y de vulnerabilidades proporcionan en los adolescentes la necesidad de vincularse al primer entorno que los acoja y ahí se encuentran con la delincuencia”, explica Ortiz.

Para la profesional de la sicología hay una medida básica en casa para, por lo menos, intentar evitar que la delincuencia se lleve a un menor de edad. Ella le llama amor.

“Si el niño es orientado en el amor, si alguien le enseñó del amor y de la empatía con el otro, en el momento de cometer un delito ese joven lo va a pensar dos veces para ingresar al mundo de la delincuencia”, puntualiza.

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Colprensa
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Sábado, 26 de Mayo de 2018
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