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Colombia
“Don Mario” y “el Alemán”, dos visiones de la guerra con la misma sangre
Dos hermanos, uno desmovilizado que disfruta de la libertad y el otro aún perseguido por las autoridades.
Martes, 13 de Octubre de 2015

Los hermanos Daniel y Fredy Rendón Herrera son protagonistas del conflicto armado que ha desangrado a nuestro país. Ambos pertenecieron a las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), atormentaron a miles de víctimas y sobrevivieron a múltiples batallas, pero una visión diferente sobre la guerra terminó llevándolos por caminos distintos. Hoy uno está en la cárcel, mientras que el otro disfruta la libertad.

La génesis de su lucha comenzó en su pueblo natal, Amalfi, en el nordeste antioqueño. A principios de los años 80, las guerrillas de las Farc y Eln delinquían en la zona y estaban en proceso de reclutamiento de jóvenes para sus filas.

Los Rendón Herrera eran una familia campesina y su patriarca no estaba dispuesto a entregarle ninguno de sus 14 hijos a las insurgencia. Así que se fueron desplazados para Medellín, donde no todos lograron adaptarse. Fredy y Daniel regresaron al campo y eligieron integrarse a las nacientes Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu), lideradas por otro clan de Amalfi: los Castaño Gil.

Luego esta organización se integró con otras facciones paramilitares para crear la confederación de las Auc, y cada hermano fue enviado a un lugar diferente. A Fredy, que adoptó el alias de “el Alemán”, le correspondió ser comandante del bloque Élmer Cárdenas, con influencia en Antioquia, Chocó y Córdoba; y a su hermano mayor, con el alias de “don Mario”, le asignaron ser el cabecilla financiero del bloque Centauros, en los Llanos Orientales.

Cada uno a su manera se abrió paso en el mundo delictivo, hasta que llegaron las negociaciones de Santa Fe de Ralito con el Gobierno (2003), donde el destino los llevaría por rumbos separados.

Seguir o no seguir

En una entrevista, “don Mario”, de 51 años, relató que durante las conversaciones de paz se formó una disidencia dentro de las Auc, la cual consideraba que el Gobierno estaba incumpliendo los acuerdos.

El grupo era liderado por Vicente Castaño Gil, quien sintiéndose traicionado, tomó la decisión de rearmar a los paramilitares. Convocó a varios cabecillas de nivel medio, incluyendo a “don Mario”, y formó una nueva facción que en el futuro se autodenominaría Autodefensas Gaitanistas de Colombia, aunque también hoy le dicen “los Urabeños” y “Clan Úsuga”.

Al morir Castaño en 2007, la comandancia del grupo la asumió “don Mario”, llegando a ser el hombre más perseguido de Colombia y considerado por la Policía como el precursor del fenómeno de las “bandas criminales” (bacrim).

Su hermano, en cambio, siguió al pie de la letra las indicaciones del Gobierno. Entregó las armas, desmovilizó su bloque, prometió no volver a delinquir y contribuir con la verdad y la reparación de las víctimas. “El Alemán” quedó a disposición de los tribunales de Justicia y Paz y fue enviado a la cárcel de Itagüí.

Mientras Fredy asistía a versiones libres, en las que confesaba 5.000 delitos que dejaron al menos 4.000 víctimas, Daniel lideraba una organización que le hacía la guerra a las Farc, a “los Rastrojos”, “los Paisas”, “la Oficina” y cualquiera que se opusiera en su proceso de expansión territorial. Uno buscaba la paz, el otro seguía en la guerra.

El 15 de abril de 2009 la Policía capturó a “don Mario” en Urabá. Al año siguiente, la Corte del Distrito Sur de Nueva York expidió una orden de captura internacional y E.U. lo solicitó en extradición por narcotráfico y terrorismo. La Fiscalía colombiana logró que lo expulsaran del programa de Justicia y Paz para los desmovilizados y terminó con una condena de 33 años de cárcel, por la masacre de cinco personas en Turbo, en el marco de un pleito mafioso contra “la Oficina”.

Fredy, según sus propias cuentas, pasó ocho años, nueve meses y once días en prisión. Cumplió los requisitos del programa de Justicia y Paz y obtuvo una pena alternativa por sus crímenes, por lo cual salió en libertad el pasado 30 de julio.

Para “don Mario”, las autodefensas no se acabaron, tan solo cambiaron de nombre. “Las organizaciones que llaman bacrim o ‘Clan Úsuga’, para nosotros no existen. Lo que existe es una organización de autodefensas que siguió en armas, que venía de las Autodefensas Unidas, por el incumplimiento del Gobierno de los puntos que se trataron en Santa Fe de Ralito”, insistió en la entrevista, realizada en una sala de interrogatorios del búnker de la Fiscalía, en Bogotá.

Otra cosa piensa Fredy, a sus 42 años de edad. El pasado 17 de septiembre asistió como panelista al foro “Ley de Justicia y Paz: de Ralito a La Habana”, realizado en el Museo Casa de la Memoria de Medellín. Allí habló en todo momento de “las extintas autodefensas”. “Nosotros alimentamos la guerra, ahora vamos a dar un paso al costado y asumir la responsabilidad”, expresó.

Aunque su hermano mayor es reiterativo en decir que el Gobierno los traicionó en el proceso de paz, “el Alemán” expuso un discurso de reconciliación y comentó que ese tiempo en la cárcel le había servido para cambiar. “No comparto las voces que dicen que el proceso fue fallido”, indicó.

A “don Mario” le preguntamos si estaba arrepentido por no haber elegido el mismo camino de Fredy, pues mientras este gozaba la libertad, él tenía una sentencia de tres décadas por delante y un pedido de extradición a cuestas. Respondió que admiraba a su familiar por lo que hizo y, concluyó: “Es distinto. Mi hermano Fredy tenía un bloque de Autodefensas y se desmovilizó, pese a que lo traicionaron. Yo no fui independiente, pertenecí a la organización de Vicente Castaño, fui subordinado y por eso obedecí órdenes y seguí en la lucha”.

*El Colombiano | Colprensa

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