Los efectos de la pandemia del coronavirus no solo dejan impactos en la salud y la economía. En efecto, la Encuesta Pulso Social, del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), acaba de revelar que la educación también está siendo afectada.
Según los resultados de la encuesta, en la que participaron (entre julio y agosto) 15.000 personas de 23 ciudades capitales, con sus áreas metropolitanas, a nivel nacional el 4,7 % de los consultados dijo que los niños de su hogar dejaron de ir al colegio durante la pandemia.
Por ciudades, de acuerdo con los resultados dados a conocer de forma general hace 5 días, Cartagena encabeza la lista con el 11,4%; le siguen Santa Marta (8,6 %), Barranquilla (8,5 %) y Riohacha (7,2 %) (ver gráfico).
¿Qué dice el gobierno?
El Ministerio de Educación, por su parte, tiene otra mirada, al hacer énfasis en el 87,4 % de los hogares que continuaron las actividades educativas o de aprendizaje desde que se cerraron las escuelas.
En cuanto a deserción, señala que de acuerdo con el sistema de matrícula Simat, el reporte de retirados al mes de agosto es de 102.880 niñas y niños, lo que representa el 1,1 % del total de matriculados en primaria y bachillerato en instituciones públicas y privadas.
Al respecto, Wilson Bolívar, decano de la facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, sostiene que se debe tener en cuenta que no todos los padres que dejaron de enviar a sus hijos a las clases realizaron el trámite de suspensión de la matrícula, que es lo que finalmente recoge el Simat.
“Venimos trabajando con secretarías de Educación para prevenir y mitigar el efecto de la pandemia en la deserción ”, señaló la ministra María Victoria Angulo, quien además agregó que desde agosto pasado están trabajando en la búsqueda activa de los estudiantes que desertaron, labor que realiza con diferentes instituciones, como colegios, Icbf y secretarías de Educación.
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¿Qué se debe hacer?
Para Elvia González, doctora en ciencias pedagógicas de la Universidad de Antioquia, lo primero que hay que hacer es identificar casos y realizar cursos especiales para nivelarlos y que así decidan continuar en el sistema educativo.
“En la identificación de casos se debe diagnosticar por qué abandonaron, corregir el problema y brindar acompañamiento a los padres, que deben ser de bajo nivel académico o analfabetas virtuales”, sostiene la analista.
En este punto, según la encuesta, cuando se preguntó por qué los niños y niñas dejaron las actividades educativas, el 39,3 % manifestó que no podía pagar la pensión por la reducción de ingresos económicos; el 24,1 %, que la institución educativa sí ofrecía clases virtuales, pero el hogar no contaba con dispositivos como computador, tablet o celular; y el 23,1 % afirmó que pese a las clases virtuales, no contaba con internet.
¿Y la región?
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con su estudio La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19, publicado en agosto pasado, ya había hecho una revisión de los efectos de la pandemia en la educación.
Por ejemplo, planteó que con corte a mayo, 1.200 millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza en todo el mundo habían dejado sus clases presenciales en la escuela, tal como sucedió en Colombia producto del cierre provocado por la pandemia desde el 25 de marzo.
En Perú y Argentina, con 31,9 y 44,9 millones de habitantes respectivamente, la deserción ya se siente. En Perú, según el Ministerio de Educación, al menos 300.000 estudiantes dejaron la escuela, lo que equivale al 15 %. Allí, las clases dejaron de ser presenciales el 12 de marzo.
En Argentina, Agustín Claus, docente e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), citado por el diario La Nación, sostiene que las estimaciones de deserción escolar en su país serían de al menos 1,5 millones en todos los niveles educativos, aunque hasta ahora no hay cifras oficiales.
