Ernesto Samper Pizano es uno de los más golpeados por la crisis entre Colombia y Venezuela. La falta de reacción de Unasur, la entidad multinacional que dirige, y algunas de sus propias declaraciones en redes sociales lo hicieron ver casi como un enemigo de su país, Colombia, en la disputa fronteriza.
Samper considera injustas esas críticas y se defiende diciendo que su tarea no puede ser tomar partido por uno u otro país, sino por toda la región agrupada en la Unión de Naciones Suramericanas. Al tiempo, califica de absurdas las voces que se han alzado en Colombia pidiendo que el país se retire de Unasur. ¿Entonces los colombianos vamos a renunciar a ser parte de Suramérica?, y ¿qué hacemos?, ¿pedimos convertirnos en otro Estado de los Estados Unidos?, ¿o nos unimos a la Confederación Africana?, les pregunta con su inveterada ironía.
Dice que el camino es insistir en que se haga la reunión de los presidentes Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro, de la que, está seguro, saldrá una solución para la crisis fronteriza actual, tal como han resultado para dificultades tan o más graves en el pasado. En Quito, donde despacha en la sede de Unasur, el expresidente de la República Ernesto Samper, atendió las preguntas de Colprensa:
- Después de tres semanas de hechos conflictivos, ¿cómo interpreta la crisis entre Colombia y Venezuela?
El problema de la frontera colombo-venezolana es complejo, porque involucra muchos aspectos, especialmente tres: la situación de derechos humanos de lado y lado, la inminente presencia de bandas de contrabando y carteles de gasolina y la necesidad de encontrar una manera de convivencia, con esa disparidad de precios de los principales productos.
- Había mucha expectativa sobre la reunión de cancilleres el pasado sábado en Quito. La primera impresión fue que no pasó nada. ¿Qué salió de ese encuentro?
Fue un encuentro importante en el que se pusieron las cartas sobre la mesa y se acordó que se realizarán nuevas gestiones esta semana, para que se pueda insistir en la reunión de los dos presidentes. Unasur propuso desde hace varias semanas este encuentro bilateral. Soy optimista de los avances y contactos que se puedan dar. Hay varios presidentes de la región que están ayudando y creo que este liderazgo que en algún momento han asumido Unasur y la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) puede terminar con una fecha, ojalá lo más pronto posible.
- ¿Ve cercano ese encuentro entre los presidentes Maduro y Santos?
Por lo que hay tanto ruido en la frontera es que en este momento se requiere acelerar la posibilidad de este encuentro. Me parece indispensable una ‘tregua mediática’ entre los dos Gobiernos para que sin la ‘diplomacia del micrófono’ se baje la tensión al problema y se encuentren los términos y condiciones en las que se pueda dar el encuentro entre los dos presidentes.
- ¿Cómo lograr esa ‘tregua mediática’, cuando los mandatarios aprovechan cada evento público al que asisten para referirse al problema? ¿Cómo recuperar la confianza cuando se han tratado de mentirosos?
Pues hay que crear espacios de confianza para que el diálogo resulte. Si los presidentes se ponen a pensar en todo lo que une a las dos naciones es más fácil que trabajen en unas vías de diálogo y a partir de allí se restablezca la confianza, para encontrar una pronta solución al problema de la frontera.
- ¿Los dos presidentes se han dejado provocar?
Me parece que cada quien está dando la interpretación que se ajuste más a las prioridades de cada país. Lo importante es que haya una coincidencia sobre la salida y las soluciones. Eso es lo que está buscando Unasur: una cumbre (de los dos mandatarios) para encontrar salidas, porque lo que está esperando la gente de la frontera son respuestas a unas necesidades urgentes.
- ¿Cuál podría ser un gesto de buena voluntad que permita concretar ese encuentro directo de los presidentes?
El mejor acto de buena voluntad es reunirse personalmente, tranquilamente. Sé que hay mucha prevención de lado y lado y lo entiendo, pero hay unos factores de unión mucho más poderosos que las diferencias.
- ¿Usted cree que eventualmente esto podría terminar en un enfrentamiento bélico?
En el pasado hemos tenido situaciones mucho más difíciles con posibilidades de confrontación armada. Recuerdo que cuando yo estaba en la Presidencia de Colombia se presentó una incursión de las FARC en la frontera y fueron asesinados catorce miembros de la Guardia Nacional. En ese momento el presidente (Rafael) Caldera y yo encontramos en menos de 24 horas una pronta solución de las dos Fuerzas Armadas para la frontera. En este caso estoy seguro de que los presidentes Santos y Maduro van a encontrar una solución al problema de la frontera.
- La crisis está atravesada por elecciones en Colombia y Venezuela. ¿El encuentro entre los dos mandatarios podría darse antes de los comicios territoriales de octubre en nuestro país?
Tendría que darse, no creo que la solución en la frontera pueda esperar a que pasen las elecciones en Colombia o en Venezuela. Es más, lo que interesa es sacar el tema de las elecciones, porque esta crisis no se puede volver una mercancía electoral, con la que cada quien quiera buscar votos jugando con las necesidades de los habitantes de la frontera.
- Infortunadamente esta crisis ya tiene matices políticos…
Bueno, no creo que a la gente de la frontera haya que llegarle con discursos e historias mediáticas, creo que hay que llegarle es con soluciones. Estoy seguro de que los dos presidentes comparten esta necesidad de buscar salidas concretas a las necesidades de la gente, que no dan espera.
- ¿Qué tan viable jurídicamente y qué tan conveniente políticamente es que esta situación llegue a instancias como la ONU o a la OEA?
La experiencia lo que muestra en los últimos diez años es que los mecanismos regionales son mucho más efectivos para resolver este tipo de situaciones. Los mecanismos multilaterales tiene otro radio de acción, los mecanismos hemisféricos son para otro tipo de diferencias. Pero este tipo de situaciones, que tienen un origen regional y que pueden afectar la estabilidad regional, deben ser resueltas regionalmente.
- Aquí hay voces que han criticado su tarea ante la crisis y la acción de Unasur; por eso han pedido que Colombia se retire de ese grupo. ¿Qué les dice a esas voces?
Que son absurdas. En Colombia hay una especie de síndrome de San Juan Bautista: cada vez que hay una crisis se piensa en a quién cortarle la cabeza. ¿Entonces los colombianos vamos a renunciar a ser parte de Suramérica? Nos declaramos que ya no somos suramericanos, y ¿qué hacemos?, ¿pedimos convertirnos en otro Estado de los Estados Unidos? ¿O nos unimos a la Confederación Africana? No. Somos suramericanos y tenemos que seguir estando dentro de nuestra familia que es Suramérica. Muchos piensan que para lo único que sirve Unasur es para llevar las relaciones con Venezuela y eso es bastante absurdo. Qué hacemos, por ejemplo, con los 20 mil jóvenes que estudian con el programa de movilidad académica de Unasur, ¿los devolvemos a Colombia? O los 35 mil colombianos que trabajan con la beca de Unasur, ¿los devolvemos para Colombia? Hay muchas otras cosas en las que trabaja Unasur que benefician a los colombianos, pero hay personas que buscando efectos electorales están proponiendo esto sin pensar en los costos si nos declaremos que no somos suramericanos.
- Esas críticas a Unasur se dieron especialmente por unas palabras suyas en Twitter y porque se sintió que al inicio de la crisis no asumió un papel protagónico. ¿Hoy Unasur sí tiene el liderazgo para convocar esa cumbre Maduro-Santos?
Los colombianos deben entender que como Secretario General de Unasur no solo represento a Colombia y a Venezuela sino a diez países más. Cuando Unasur hace una gestión lo hace en función de toda la región, de esos doce países. Ahí me toca ponerme la camiseta de suramericano, no la de Colombia o la de Venezuela, lo cual no quiere decir que no me ponga la camiseta colombiana cuando hay intereses de colombianos de por medio. Fui la primera persona que pidió la suspensión de las deportaciones y la gestión que estamos haciendo en Unasur es trabajando en soluciones para los colombianos que están pasando dificultades en la frontera.
- ¿Unasur sí tiene los instrumentos para resolver una crisis como esta?
Es que la experiencia de Unasur en estas crisis políticas ha sido importante: intervino para evitar el golpe de Estado en Bolivia, intervino para normalizar la situación democrática en Paraguay; cuando hubo diferencias muy de fondo entre Colombia y Venezuela por las bases militares, fue la intervención de Unasur la que permitió normalizar la situación y aquí en Ecuador Unasur evitó que hubiera un golpe de Estado. El papel de Unasur es proteger la normalidad y la paz en la región y eso es lo que estamos haciendo por los canales institucionales, que fueron los que establecieron los doce países que forman la Unión de Naciones Suramericanas. En eso vamos a seguir; no me puedo poner a favor o en contra de una nación, sino a favor de la región.
- El presidente Nicolás Maduro habla ya de la creación de una nueva frontera y en Colombia se habla de buscar una nueva realidad económica para la región. ¿Cómo cree que se va a perfilar la nueva situación fronteriza?
Las fronteras son realidades compartidas y realidades dinámicas. Así uno ponga un muro entre las dos fronteras, van ser siempre la misma realidad. Hay una vieja aspiración del lado colombiano de que se fortalezca la vocación productiva de la frontera a través de zonas francas y de parques industriales y también ha sido una vieja aspiración del lado venezolano de que se fortalezca la capacidad comercial. Entre las propuestas que estamos trabajando está la de crear una nueva realidad fronteriza, por ejemplo en materia monetaria, en crear una nueva realidad fronteriza con reglas de juego distintas que les interesen a los dos países.
*Colprensa
