La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Los colombianos no quieren promesas bonitas: Monseñor Urbina a candidatos

El prelado nortesantandereano, arzobispo de Villavicencio  y presidente de la CEC, espera que se acabe la guerra verbal.

"No nos podemos quedar echándole sal a las heridas, sino caminando juntos para construir una nación nueva y distinta”, propone monseñor Óscar Urbina, quien hace siete meses y a pocas semanas del arribo del papa Francisco, fue elegido como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana.

El también Arzobispo de Villavicencio, espera que se acabe la guerra verbal que se ha tomado las redes sociales durante la campaña presidencial y que los candidatos empiecen a ofrecer proyectos en educación, salud, trabajo, tierra y techo “que los colombianos necesitan”.

“Hay temas muy concretos que queremos escuchar, no con promesas bonitas sino pensando en un país real, que está herido y que tiene que sanar, porque las heridas son muy hondas, pero también esperanzador”.

Desde la capital del Meta, monseñor Urbina también habló sobre la coyuntura política y otros temas como la legislación de la eutanasia en niños y el Eln. 

Casi siete meses después, ¿qué queda de la visita del papa Francisco a Colombia?

Me impresiona que mucha gente quedó con mensajes en el corazón. Le doy uno: ‘basta una persona buena para que haya esperanza’; eso movió el corazón de jóvenes y adultos. También, ‘no se dejen robar la alegría, no le tengan miedo a la reconciliación’, es decir, la gente tomó tips de sus discursos, que les han iluminado la vida. También me impresionó la movilización que él logró y que uno la percibe actualmente en las parroquias.

El 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, queremos hacer el Día de la Reconciliación, recordando la oración que el Papa hizo aquí en Villavicencio ante el Cristo Negro de Bojayá, como él lo bautizó, y en septiembre vamos a celebrar el aniversario en el Pueblito Llanero, donde almorzó y descansó, y en el árbol que sembró, donde todos los domingos la gente se reúne a rezar por las víctimas. Su presencia está viva, al igual que su mensaje.

¿Cuál es su mensaje de cara a la campaña presidencial?

Yo espero que la Semana Santa haya servido para que los candidatos reflexionen de que cada uno debe pensar en un proyecto de país. Ya no podemos amarrarnos al pasado, tenemos que lanzarnos hacia un horizonte nuevo de un país que pueda vivir en fraternidad, en justicia, en perdón, en reconciliación y en un desarrollo integral.

Esperamos que se acabe esa guerra verbal que hay, sobre todo en las redes, y que empiecen a aparecer proyectos en educación, salud, trabajo, tierra y techo que los colombianos necesitan. Hay temas muy concretos que queremos escuchar, no con promesas bonitas sino pensando en un país real, que está herido y que tiene que sanar porque las heridas son muy hondas, pero también un país esperanzador. No nos podemos quedar echándole sal a las heridas, sino caminando juntos para construir una nación nueva.

A raíz del Plebiscito los obispos se dividieron, por lo que incluso se dijo que el Papa los regañó. ¿Qué les dijo y cómo está hoy la unión entre los jerarcas de la Iglesia?

Nosotros somos en primer lugar ciudadanos, entonces, que haya distintas maneras de pensar no significa que haya división, entre otras cosas porque nosotros reflejamos, mejor que cualquier otra institución, el país, porque cada uno está en una región distinta, pero el Papa no es que nos haya regañado, nos dijo una cosa muy bonita: ‘Ustedes no son técnicos -por eso nunca hemos aceptado ser ni mediadores ni negociadores, porque eso no es una tarea de nosotros- ustedes no son políticos, ustedes son pastores, ustedes tienen que sembrar, sin miedo, en el corazón de los colombianos la reconciliación’.

Y es un poco lo que hemos empezado a hacer, recogiendo sus enseñanzas en ocho talleres dónde analizamos las raíces de la violencia y las propuestas que vamos haciendo en cada territorio. Creo que de aquí nace una enseñanza valiosa: que la paz es necesario construirla desde las regiones, y ese es otro mensaje a los candidatos: no podemos seguir con un centralismo que está matando al país, porque, sin pensar en independentismo ni esas cosas que hay de moda hoy, cada región tiene sus riquezas, sus limitaciones, sus necesidades y a eso es a lo que tiene que responder el que quiera dirigirnos como Presidente de la República.

Y a usted sí le ha tocado vivir el conflicto en los territorios...

Claro, a mí me tocó vivir tremendamente el conflicto, primero, cuando fui Obispo en Cúcuta en el 2002, que fue uno de los años más duros en todo el país en cuanto a muertes, masacres y violencia. Luego llegué a Villavicencio en el 2008, como Arzobispo, a acompañar a los otros siete obispos que están en la Orinoquia y la Amazonía, donde estaba muy concentrado el conflicto.

Sin embargo, ahora tenemos aquí una experiencia muy bonita, con una corporación que tenemos en la Arquidiócesis y se llama Cordepaz, que es un laboratorio de paz, un nicho de producción agrícola de alta calidad. Por ejemplo, ya se está produciendo café que puede ser exportable, son economías comunitarias y quienes más se benefician son las mujeres. 

A propósito, ¿qué balance hace de la implementación de los Acuerdos de Paz con las Farc?

Todo el país sabe que nos hemos quedado cortos, a pesar de todas las reformas que se han hecho para conseguir dinero y de las ayudas internacionales, y digo ‘nos’ porque es todo el país, pero lógicamente el Gobierno tiene en eso su responsabilidad. 

Pero valoro mucho lo que estamos viviendo en esta región, donde se logró que los combatientes entregaran las armas y volvieran a la sociedad civil, sentimos que la gente tuvo un alivio, que es lo que no vemos todavía donde está el Eln, pues la gente aún está sufriendo.

¿Qué piensa de lo que está pasando con el Eln?

Siempre acompañaremos y aplaudiremos cuando se habla de cese al fuego y desescalamiento del conflicto, porque es humanizar el territorio. En ese sentido, veo con ojos positivos y esperanzadores -y no es que me cierre los ojos porque yo vivo acá en el territorio- todo lo que ha pasado y lo que está sucediendo y digo que el único camino que nos conduce a la paz es el diálogo y que es al lado de las víctimas, que es donde siempre nos colocamos, donde descubrimos el clamor de la gente para que se pare la guerra. Me alegro mucho y valoro que estén discutiendo un nuevo cese al fuego y un desescalamiento. 

¿Y cómo va la verificación con la que ustedes se comprometieron con el Gobierno y el Eln?

Es un acompañamiento especialmente a las comunidades. Tenemos 17 equipos. Uno de ellos lo tiene su Obispo allá en Cali y hay otros 16 obispos que tienen equipos de sacerdotes y laicos que acompañan el proceso de veeduría cuando se hace la declaración de cese el fuego. 

Ahora, a veces, porque no hay una obediencia plena, aparecen momentos difíciles, pero eso no nos debe desanimar. Nosotros animamos mucho para que no vayamos a dejar la mesa de diálogo, pero me parece importante que, ahora que se retomaron los diálogos, se construyan unas bases muy sólidas para que en el Gobierno que venga se pueda continuar este proceso, porque la paz sí no es de ningún Gobierno ni es de ninguna persona, la paz es de todos los colombianos, un derecho de todos los colombianos.

¿Cuál es su posición con respecto a la reglamentación de la eutanasia en niños y adolescentes que acaba de expedir el Gobierno?

Rechazamos y lamentamos que haya pasado eso, haciendo caso omiso del clamor que hubo para que las organizaciones médicas, las universidades, muchas instituciones educativas, las familias y las organizaciones sociales se pronunciaran en contra de la eutanasia, porque añadirle más muertes a las que ya tenemos no permite que empecemos a recorrer un camino de paz. La paz y la vida van juntas. 

Cuando se hiere una de las dos, todos perdemos, y creo que tenemos que crear una cultura del encuentro, como el Papa nos insistió mucho. Todo ataque a la vida es un ataque a la dignidad de la persona, entonces nos duele y lamentamos que haya pasado eso, pero seguiremos anunciando el Evangelio de la vida, porque esa es nuestra tarea y es lo que nos queda de este misterio que celebramos en la Semana Santa.

Pero algunos sectores plantean que la Iglesia Católica se ha quedado rezagada frente a los avances legales en temas como el de la eutanasia y la adopción de menores por parejas gay, ¿qué responde?

Muchos de esos temas obedecen a ideologías que se están plantando en el mundo. Las ideologías se hacen sin el pueblo y normalmente son contra el pueblo. En ese sentido, nosotros no podemos dejarnos esclavizar por ideologías que se tratan de implantar desde organismos internacionales y, en este caso concreto, no es que estemos atrasados sino que recordamos que el respeto a la vida es una condición, como ya dije, para lograr la paz y que no se puede separar de la dignidad ni podemos descargarnos como en una cultura del descarte.

O sea, no se puede pensar “estas personas no nos producen y en cierta manera como que nos fastidian, entonces decidamos por ellas si las sacamos del camino y nos quedamos tranquilos, eso es responsabilizar a otros tomando esa decisión”. Por eso lucharemos siempre y no renunciaremos, porque la vida es una realidad que no podemos negociar.

Y no es que seamos cavernícolas porque ponemos por encima la vida o la familia, con el respeto que tenemos por quienes tienen otras visiones.

Image
Colprensa
Colprensa
Domingo, 1 de Abril de 2018
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día