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¿Qué esperar del paro nacional en 2020?

Para este 21 de enero está prevista la primera movilización nacional del año contra el Gobierno.

El jueves pasado, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, enfrentó su primera prueba de fuego en materia de marchas con una movilización en la Universidad Nacional, convocada apenas cinco días antes de que se retome el paro nacional, suspendido durante las vacaciones de fin de año.

Aunque ese mismo día, López había anunciado un protocolo para dar respuesta a las movilizaciones, que plantea el uso del Esmad como último recurso para hacer frente a la protesta, con el propósito de que esta se desarrolle de forma pacífica, alrededor de tres horas después la Alcaldía daba por concluido el diálogo con los manifestantes que bloqueaban la carrera 30 y ordenaba la intervención del Esmad.

¿Falló el experimento? ¿Lo ocurrido ese día indica que el país volverá a la dinámica de diciembre, cuando varias manifestaciones tuvieron que ser disueltas por la fuerza pública, una de ellas en la que murió Dilan Cruz? ¿Pueden funcionar las nuevas estrategias planteadas para que las movilizaciones se desarrollen de manera pacífica como la participación de madres voluntarias como garantes de convivencia? ¿Qué esperar del paro nacional en 2020?

Colprensa consultó a varios expertos para analizar qué puede esperarse del paro nacional en 2020 y cómo pueden influir en su desarrollo las medidas adoptadas por los nuevos alcaldes posesionados el pasado 1° de enero.

Para León Valencia, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, la aplicación del protocolo para el manejo de movilizaciones en Bogotá el pasado jueves es solo un ensayo y, con base en los aprendizajes que se obtengan, se podrá ir modificando para garantizar una protesta social sin violencia contra los manifestantes.

“Este es un camino que apenas se está probando y aunque fue exitoso tan solo en un 60 %, se quiere dejar los recursos de la fuerza como última instancia y no la primera como se hacía anteriormente”, indicó.

Alejo Vargas, profesor de ciencias políticas de la Universidad Nacional, es menos optimista. Para él, al protocolo le faltó realidad, pues preveía que los manifestantes actuarían de la manera que lo esperaba el distrito, lo cual no siempre va a ocurrir.

“Todos los protocolos tienen un deber ser y una realidad. Un protocolo es para definir la situación y cómo se quiere manejar, como es el caso de la protesta. Sin embargo, la realidad suele desbordarse y ser incompatible con lo que debería ser una movilización”, enfatizó.

Nueva etapa

Frente al desarrollo que tendrán las marchas en el 2020, Valencia cree que será clave la participación que tenga la clase media, pues el año pasado un alto porcentaje de esta población se hizo presente en las movilizaciones, sin necesidad de estar vinculada a ningún grupo en particular.

“Hay una incógnita sobre cómo se va a expresar la inconformidad ciudadana, no hay diagnóstico específico sobre cómo sucederá esto, debido a que son fuerzas que no pertenecen a una organización política o sindical, sino que se asocian más a un movimiento civil y urbano”, señaló.

A lo cual agrega Vargas: “tanto la movilización del 21 de enero como las demás que se planeen, pueden tener una gran participación, pero como normalmente sucede con estos hechos, si los objetivos del paro no son claros, pueden llegar fácilmente a un estado de debilitamiento”.

En ese sentido, la representatividad del Comité del Paro será fundamental, pues, hasta el momento, parece que el movimiento en las calles no coincide plenamente con el que se está sentando con el Gobierno.

“Desde diciembre se ha querido lograr ampliar el Comité del Paro para tener una mayor representación de los sectores de la sociedad. Para esto hay que entender cómo se están dando las reivindicaciones de la clase media urbana y si lo que se ha hablado con el comité ha tenido algún rumbo para dar soluciones sobre lo que aqueja a la ciudadanía”, manifestó Valencia.

Diógenes Orjuela, presidente de la CUT y miembro del Comité, reconoce que por más representativo que busque ser este comité jamás representará a toda la población colombiana, pues siempre habrá sectores inconformes con el liderazgo o la forma de proceder de los representantes, pero asegura que el esfuerzo de sus miembros ha ido orientado a recoger la inconformidad de los colombianos hacia el Gobierno en todos los campos.

El escenario internacional también puede seguir importante para el desarrollo de las marchas. Esta semana, por primera vez durante las movilizaciones, manifestantes hicieron una ‘colatón’ en TransMilenio, repitiendo uno de los eslóganes que han utilizado los estudiantes chilenos: “Evadir, no pagar; otra forma de luchar”.

Para Vargas, sin embargo, aunque haya un interés de algunos de emular lo que viene ocurriendo en Chile, las circunstancias son muy distintas. “Cada contexto y condiciones sociopolíticas y económicas son diferentes”, señaló.

Las dudas sobre lo que vendrá para este año, sin embargo, son aún grandes. En especial en las demás ciudades del país, pues la forma como afronten los nuevos alcaldes las protestas puede influir en que se desarrollen de manera más o menos pacífica. Ellos no han tenido aún que enfrentar su primera prueba de fuego.

“Hay que analizar cómo serán las dinámicas en las demás ciudades del país, pues cada una tiene un manejo distinto”, afirmó Valencia.

Madres en las marchas

Una de las iniciativas que más llama la atención del protocolo anunciado en Bogotá es la participación de madres gestoras de convivencia, que buscarán aislar a los violentos para permitir que las marchas se desarrollen de manera pacífica.

Aunque puede ser una medida útil muy en la línea de la cultura ciudadana, en algunos sectores hay preocupación por los riesgos de seguridad en los que puedan estar las madres participantes. Ellas hacen parte de una organización que vincula, de manera voluntaria, a madres de manifestantes y de miembros de la policía.

“A pesar de que la idea es buena, ellas tienen una responsabilidad y un riesgo enorme. En caso de que ellas sean expuestas a un peligro inminente, sería peor la cura que la enfermedad”, afirma Vargas.

Así mismo, resaltó que ante unas manifestaciones masivas, como las que se esperan desde este martes, será un gran reto de velar por la protección y seguridad de todos los actores, en especial de las madres gestoras de convivencia.

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Colprensa
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Sábado, 18 de Enero de 2020
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