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Sin camino a casa: el difícil día a día de las comunidades indígenas en Bogotá

Más de quince comunidades indígenas llegaron a asentarse en el icónico Parque Nacional.

Al momento de escribir este reportaje se completan 134 largos días desde que centenares de miembros de más de quince comunidades indígenas llegaron a asentarse en el icónico Parque Nacional de Bogotá, considerado Monumento Nacional y uno de los orgullos de la capital colombiana.

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El lugar, ubicado en los cerros orientales y vecino de universidades prestigiosas, en donde estudiantes y turistas confluían de manera permanente para realizar tertulias y deportes, desde el pasado 29 de septiembre se convirtió en el hogar de estas comunidades desplazadas por el horror de la violencia que se presenta en el Chocó, Risaralda y Cauca.

Allí permanecen 1.350 personas, entre los que se encuentran 650 niños, huyéndole al conflicto armado y al miedo que les produce volver a sus tierras, en donde, según cuentan, han sido amenazados de muerte por parte de grupos armados interesados en sus territorios, ricos en minerales como el oro y además estratégicos para las rutas del narcotráfico.

Ahora, en lugar de actividades deportivas y culturales, el paisaje del Parque se convirtió en un doloroso escenario en donde caminan niños desnudos, harapientos, llenos de hambre e inocencia, al lado de unas madres, por lo general jóvenes, que cocinan con leña, con los pocos insumos que tienen a la mano para alimentarlos.

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Sus viviendas se reducen a un plástico negro, un campamento improvisado encima de la tierra en el que, en un espacio no mayor a los tres metros, terminan durmiendo hasta 15 adultos acompañados de sus hijos.

 

Sin camino a casa: el difícil día a día de las comunidades indígenas en Bogotá./Foto: Colprensa

 

No obstante, ni ese calor humano al estar obligados a permanecer en tales condiciones, los hace inmunes al inclemente frío bogotano, a las lluvias y a los vientos, condiciones climáticas que, incluso, han provocado en ellos neumonía y graves enfermedades respiratorias.

Las comunidades, en su mayoría miembros de los Emberá, aseguran que prefieren pasar tales necesidades en lugar de volver a sus territorios a ser alcanzados por los hombres armados que los invaden de miedo.

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“Yo no quiero volver. Aquí no estamos bien, pasamos muchas necesidades, pero ojalá nos reubiquen pronto”, asegura Omaira, una miembro de la comunidad, quien relata entre risas nerviosas y un improvisado lenguaje español, que la muerte la está esperando en el Chocó.

“A los 16 años me fui a la guerrilla. Estuve ahí 7 años y me cansé de estar en el monte, entonces me escapé. Llegué hasta acá, a Bogotá, para pasar el peligro y luego volví a mi tierra. Estando en mi casa, con mi familia, llegó un eleno (miembro del ELN) y me dijo, usted va a morir y me mostró un arma. Usted se devuelve o usted va a morir”, contó Omaira.  

Como ella, son cientos de personas que le huyen a la idea de volver a sus pueblos, a pesar de las dificultades que implica algo tan básico como ir a un sanitario a realizar sus necesidades básicas, pues solo hay un par de baños públicos en el parque, en donde todos los miembros se turnan para entrar.

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Hay otros miembros, sin embargo, que anhelan volver a ver las montañas en las mañanas, sentir el calor en su cuerpo al despertar y poder volver a comer las cosas que cultivan. “Yo me levanto a las 6:00 de la mañana y no sé ni a qué, toda la madrugada sufro por el frío, lo único que quiero es que las autoridades (los líderes de su comunidad), ya digan que nos vamos”, dijo Consuelo, una joven madre de cinco pequeños que no supera los 25 años.

Y es que a pesar de que a lo largo de estos meses el Distrito y el Gobierno Nacional han realizado interminables reuniones; la más reciente este viernes 11 de febrero, las comunidades y las autoridades no llegan a un acuerdo y el regreso de estas personas a sus tierras se ve lejano.

 

Sin camino a casa: el difícil día a día de las comunidades indígenas en Bogotá./Foto: Colprensa

 

Falta voluntad de parte y parte. Los indígenas aseguran que no tienen las garantías para volver, incluso mientras conversábamos con ellos les llegó la noticia del asesinato de uno de sus líderes. Luis Chamapuro Quiro, del pueblo Wounaan, quien fue ultimado por integrantes del ELN, que lo secuestraron el pasado viernes, 3 de febrero.

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“Esto nos inunda de dolor. Por no pagar una extorsión de 500.000 pesos lo asesinaron… A él y a otros miembros de nuestras comunidades los están acusando de ser informantes del Gobierno en el San Juan ¿cómo pretenden que nos devolvamos así? No hay garantías, nos espera la muerte si volvemos”, dijo Jairo Montañez, uno de los líderes que permanece en el parque.

El Distrito y el Gobierno han pedido a las comunidades del parque nacional que se dejen caracterizar para reubicarlos y que vuelvan a sus territorios, sin embargo, los intentos porque esto pase han sido inútiles e incluso han terminado en la violencia hacia funcionarios, cuando las comunidades los sacan del parque.

La reunión de este viernes terminó en la declaración de las autoridades indígenas afirmando que esperan que la caracterización se dé en el marco de una tutela que avanza en la justicia, en donde piden al Gobierno, seguridad, educación, vivienda y que las negociaciones se realicen con traductores que expliquen a la comunidad de manera efectiva los acuerdos.

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En el panorama no se avista una solución pronta a esta situación, que sigue afectando a estas familias que la ciudad parece ignorar. Los ciudadanos ya no se solidarizan, ni siquiera voltean a mirar a ese pequeño pueblito en el que se ha convertido el parque y unas vallas pintadas de grafitis e inundadas de pancartas aíslan a los indígenas de la vista de las personas que transitan por la carrera séptima.

La petición de los pueblos indígenas: que no los olviden.

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Domingo, 13 de Febrero de 2022
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