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Aclaración pertinente

Las Academias y Centros de Historia no son clubes sociales pero sí tienen un componente social que no ignoramos.

En esas tertulias de amigos que se forman ocasionalmente surgen muchas veces, en medio de diálogos formales y charlas desordenadas, preguntas que ellos formulan socarronamente y he contestado varias veces. Hoy lo hago por enésima vez. ¿Por qué en la Academia de Historia de Norte de Santander muchos de sus individuos asociados tienen el carácter de historiadores sin tener ningún título académico que lo acredite como tal?

 Bien se podría decir que la Academia Colombiana de Historia fue fundada el 9 de mayo de 1902, una época en que generalmente quienes escribían la historia nacional eran los abogados, de pronto porque su profesión los obligaba a tener contacto directo y permanente con las letras y por su versación en derecho público, en general, y en historia constitucional, en particular. Prueba de ello son los abogados Henao y Arrubla. Estas disciplinas los obligaba a rastrear los procesos de formación de la República y sus constituyentes, lo cual los hacía acreedores a un bagaje intelectual que ellos con gusto irradiaban en el periodismo y la cátedra universitaria, si tenemos en cuenta que conocimiento que no se transmite, no sirve.

 Entonces, en esa época -9 de mayo de 1902- en que nadie se imaginaba que el estudio de la Historia podría llegar a ser una disciplina independiente para ganarse la vida, surgieron personas que se dedicaron a cultivarla tenazmente, como los citados Henao y Arrubla, dos abogados que se ganaron un concurso en el centenario de la Independencia y su trabajo, no obstante estar hoy desactualizado en cuanto al tratamiento de la temática, aún se sigue consultando con interés. De esa manera llegaron y siguen llegando abogados a la Academia Colombiana de Historia -como Indalecio Liévano Aguirre y su actual presidente Eduardo Durán Gómez, entre muchos otros-, y hoy se ha extendido a otras profesiones, a pesar de que ahora sí existen Escuelas de Historia, como la de la Universidad Industrial de Santander -UIS-, que comenzó en 1969 como “Instituto Superior de Historia de Colombia UIS” y hoy está cotizada en el país.

 Parece que aún es imposible exigir que para ser llamado a ocupar silla en una corporación de esta naturaleza se acredite título académico, sencillamente porque no todas las ciudades tienen facultades de Historia, como Cúcuta, donde conocemos tres o cuatro titulados y muchos de ellos rechazan asociarse. ¿Y la Academia Colombiana de Historia? Ellos no ignoran que hay profesionales de disciplinas disímiles que se consagran al estudio de temas históricos y han publicado obras destacadas en sellos editoriales prestigiosos. 

 Las Academias y Centros de Historia no son clubes sociales pero sí tienen un componente social que no ignoramos, porque tiene que haber interrelación, comunicación e intercambio de ideas, y mientras existan personas con gusto por la lectura en sus diversas manifestaciones, y publiquen ensayos serios, tendrán derecho de ingresar a la “cofradía”. Así lo ordenan los Estatutos y seguramente llegará el momento de ser más exigentes.     

Martes, 14 de Enero de 2020
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