La instalación del Congreso de la República estuvo marcada por algunos hechos históricos, como también, otros un poco bochornosos. Y más allá del acto antipedagógico de Mockus, pidiendo respeto con un gesto irrespetuoso, vemos en esta nueva célula legislativa un grupo diverso y pluralista que enriquece la democracia y será un factor interesante que determinará la forma en cómo se tomen las decisiones en el Capitolio los próximos 4 años.
A mi juicio, uno de los puntos más relevantes de este magno evento fue el discurso del presidente Santos, su último como gobernante de los colombianos ante el Congreso de la República que, como suele suceder en estos casos, se exponen los logros más importantes del Gobierno con el tono nostálgico de la despedida que se aproxima.
Puede ser que muchas personas aún sientan que se termina el peor periodo presidencial de la historia y que en manos de Juan Manuel Santos, estuvimos a punto de caer en la debacle. Sin embargo, a pesar de los errores que existieron en este gobierno, los aciertos hay que aplaudirlos, tal cual lo hizo la gran mayoría de los congresistas al escuchar a quien por ocho años se jugó su capital político en tratar de alcanzar la paz tan anhelada por este país.
El presidente en el recinto de la democracia enérgicamente exclamó: “cuiden la paz que está naciendo ¡Cuídenla! ¡Defiéndanla! ¡Luchen por ella! Porque es el bien más preciado que puede tener cualquier nación.” Este mensaje que puede ser percibido como advertencia, tiene toda la importancia del caso, pues en los próximos meses se tomarán decisiones importantes por parte del gobierno Duque. Se podrá debilitar o fortalecer un proceso que logró desmovilizar a la guerrilla más antigua de América Latina y redujo en un 97% los militares heridos en combate. Salvar vidas y entender que las ideas se defienden con argumentos y no con las armas, son motivos suficientes para proteger el acuerdo y darle todos los méritos que se merece.
Si es verdad que el proceso de paz con las Farc fue la bandera del gobierno actual, no podemos dejar de reconocer los avances que tuvimos en el país. El programa Ser Pilo Paga, la construcción de miles de viviendas, la inversión en infraestructura vial, el ingreso de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y todas las leyes impulsadas en pro de las minorías, animales y medio ambiente, fueron pasos en la dirección correcta para lograr bienestar y desarrollo en nuestra nación.
Paradójicamente, a pesar de estas buenas acciones y otras más, el presidente saliente alcanzó a obtener en parte de su administración el peor indicador de popularidad en la historia colombiana, un 13% de favorabilidad. Ahora, culminando su mandato sube al 40% de aceptación. Por supuesto que el rechazo de los colombianos a Juan Manuel Santos estuvo marcado por múltiples errores y salidas en falso a crisis que se le presentaron. No obstante, es importante analizar que muchos odios fueron infundados. Por fin, nos estamos dando cuenta que nadie le entregó el país a las Farc y el fantasma del castrochavismo fue la mejor excusa de un sector político para recuperar el poder.
El tiempo y la historia nos expondrá con sabiduría la verdad, si este fue el Gobierno nefasto que nos vendieron, o por el contrario, fue un periodo de transición en el cual un político tuvo la valentía de tomar decisiones impopulares por el bien de la Nación. Adiós, Juan Manuel Santos.
