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Se siente el vacío dejado por Álvaro Gómez Hurtado, en esta democracia que se nos desvanece entre los dedos.
Miércoles, 4 de Noviembre de 2020

“La vida es demasiado corta para ser pequeña”. Benjamín Disrraeli. 

Se nota demasiado el vacío, en esta democracia colombiana. El profesor José María Baldoví, dijo un día que Álvaro Gómez Hurtado perdió demasiado tiempo en la vida pública que innecesariamente se distrajo en mundo que lo rechazó desde el principio y que al final pagaría con su vida su rebeldía en contra del régimen del oprobio, pero que lo más importante de su parábola vital es de otra órbita.

La órbita del catedrático, el escritor, el conferencista, el movilizador de tesis y de ideas, el contradictor dialéctico, pues ante todo fue un hombre de letras y de pensamiento. Agrega Baldoví; que es difícil entonces desligar el Álvaro de la acción política del Álvaro de a reflexión pura, pero es incuestionable que si alguien quiso educar políticamente el país fue él, trasmitiendo estética a ese submundo de bajezas y lo más importante gramos de ética que nunca entendieron. 

Desde el pupitre del colegio La Salle, así lo entendimos Polo Sosa Buenahora y yo cuando en el 59 se publicó en alguna colección económica su libro “La Revolución en América” y nos dedicamos con fervor partidista a leerlo y releerlo y con esas fiebres, ya bachilleres y en la capital, las tardes libres de la universidad, nos permitía ir al periódico de la capuchina para tratar de abordarlo en una misión esquiva, hasta lograrlo por minutos. 

Con el tiempo fue diferente merced a la amistad con Juan Diego Jaramillo, el Subdirector de la biblia goda, pero de tiempo escaso. Álvaro Gómez fue eso, ante todo: “soy un periodista y casi nada más que eso”. Quiso ser Presidente de la República para instaurar como lo predicaba en la cátedra y en la plaza pública, en sus editoriales; un Estado moral antes que un Estado de opinión. Enemigo acérrimo del Régimen que el definía como “eses sistema de compromisos y de complicidades, que está dominando la totalidad de la vida civil” y para llegar propuso el gran acuerdo sobre lo fundamental, esa idea de origen anglosajón; libre, independiente, sin condiciones, sin ataduras oscuras a intereses protervos. 

Álvaro Gómez al decir de Baldoví, fue el gran vapuleador de la decadencia de la democracia iconoclasta que destruye valores, colectivizando, borrando creencias y tradiciones y la descristianización de la cultura occidental, sabiendo que ella, es uno de los pilares de su existencia.

Si. Se siente el vacío dejado por Álvaro Gómez Hurtado, en esta democracia que se nos desvanece entre los dedos.

Adenda: ¿Cuál equilibrio de poderes, si los controles politizados no funcionan? ¿Para qué sirvió el politizado Acto Legislativo 02 de 2015? ¿Resulto más perverso el remedio que la corrupción? 


  

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