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Ajustemos términos
¿Hay algunas condiciones para ser líder social, o solo basta con que otro lo llame a uno así?
Viernes, 26 de Julio de 2019

El presidente Duque dijo que en Colombia “hay más de siete millones de líderes sociales”, lo cual, según el censo de población de 2018, significa que de cada 7 colombianos uno es un líder social, que es una cifra increíble. Ahora si consideramos solo población mayor de 15 años, al escoger un colombiano adulto al azar, significa tener un 20% de probabilidades que el escogido sea un “líder social”.

Esto le hace pensar a uno como se define un líder social. ¿Se autodefine como en el caso de los “intelectuales” o “artistas”? ¿Hay algunas condiciones para ser líder social, o solo basta con que otro lo llame a uno así? O es una figura surgida del nuevo lenguaje mamerto que se tomó este país, donde, por ejemplo, la comisión de paz de Congreso que no existe como un ente jurídico real, surgió como una autocomisión formada por congresistas farc, y verdes y del polo, proguerrillas, Es decir, se autonombró y se autodenomino, y fue muy activa pasando autos judiciales para sacar a Santrich de la cárcel, y ayudarlo a huir a su guarida bolivariana.

La izquierda proguerrillas lo que busca con semejantes cifras es que el gobierno no sea capaz de “evitar” la muerte de líderes sociales, pues es un imposible estadístico en un país con todas las formas de violencia. Porque si es en este sentido de autoproclamación, todo mamerto es líder social, y ahí, para lograr los 7 millones, sumariamos toda la guerrilleada, con sus milicias urbanas y colaboradores, todos los periodistas que hablan de la comisión de paz del Congreso como si fuera un ente jurídico, todos los maestros de izquierda afiliados a fecode, todo indigenista, todo “intelectual” autonombrado, los militantes y dirigentes de partidos políticos de izquierda, los curas tipo de Roux, las victimas de crímenes de estado, las ONG de “juristas” seguidores del abogado comunista español de apellido Santiago, partes de la rama judicial incluyendo cortes, y ya metidos en gastos, los burócratas de la ONU en Colombia o los delegados de países europeos, garantes de que la impunidad sea total.

Se excluyen como líderes sociales, según esta concepción, las muchas fundaciones que trabajan por los minusválidos, los adictos a la droga o al alcohol, mujeres maltratadas, las madres cabeza de hogar, las víctimas de la guerrilla y de los fallos judiciales amañados, los miles de colombianos que luchan cada vez más duro, para con su trabajo, sacar adelante a su familia, en un país que estimula el subsidio por el voto y ahorca al sector productivo con impuestos, y todo el que no profese los dogmas izquierdistas.

En 2018, la tasa de homicidios Colombia fue de 25 por cada 100 mil habitantes. Por puro azar, sin considerar un plan de ataque a líderes sociales de paracos, disidencias, reincidencias, alianzas entre narcos y los anteriores, y otros grupos del crimen organizado, solo por azar repito, 5 de esos 25 homicidios por cada 100 mil habitantes, “podría” ser un líder social. Este ejercicio aritmético gruesote, muestra lo que sucede cuando meten en una estadística números tan grandes, que hacen inocua cualquier consideración seria, lo que obliga a pensar en la necesidad de una verdadera definición de líder social y los requisitos que deben cumplir para que no sea un asunto de autoproclamación sesgada por lo ideológico.

No “hagan” más líderes sociales, pues 7 millones es una cifra cercana a la votación de Petro en la segunda vuelta presidencial pasada. Si la llevan a los 11 millones de la consulta anticorrupción que Claudia López, que se adjudica ella sola, el tema se agrava. Peor aún si se suman las dos cifras, en cuyo caso llegaríamos cerca a que, uno de cada dos homicidios sería de un líder social, y en ese caso ya el tema es absurdo, y los asesinatos de los verdaderos líderes sociales a manos de cualquiera de esos grupos, ahora llamados GAOS, quedarían perdidos en la estadística de grandes números. Definamos que es un líder social y ajustemos cifras, para que el Estado pueda defender a los verdaderos líderes sociales, y no a tanto “infiltrado progresista”.

Y de paso definamos que es un intelectual, y que es un artista. No todo el que lee libros es un intelectual, como no es poeta todo el que hace rimas, ni pintor el que bota oleo en un lienzo, ni escultor el que hace figuritas de barro, ni diseñador de joyas el que inserta pepitas en un hilo, ni líder social cualquier agitador político. Ajustemos términos.

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