Seguimos en aislamiento social obligatorio y, además de las recomendaciones diarias sobre cómo evitar el contagio del coronavirus, de lo cual están saturadas las redes sociales, hay que agregarle las advertencias de los organismos de control del Estado a determinados servidores públicos, velando por la correcta contratación en las entidades territoriales respecto a la prevención de la Covid-19 y asistencia a los infectados. 

Respecto a esta crisis sanitaria, y si retrocedemos el casete, llama poderosamente la atención las “predicciones” que en su momento algunos presidentes de Estados Unidos hicieran a sus compatriotas -y hay que entender que a la humanidad-, en el sentido que tendrían que prepararse para una endemia, epidemia o pandemia de lo cual ya se preveían sus consecuencias terribles. 

En el 2005 fue George W. Busch, quien advirtió sobre la pandemia, y a su lado estaba el epidemiólogo Anthony Fauci, quien seguramente ya sabía o preveía lo que vendría y hoy asesora al actual presidente norteamericano. En 2014, el de la advertencia fue el presidente Barack Obama, quien fue premonitorio: “Puede ocurrir y probablemente puede que llegue un momento en el que nos tengamos que enfrentar a una enfermedad mortal”. Entonces cabe preguntarse, ¿ellos, los dos presidentes de USA, sabían con certeza o son esas cosas que apenas se advierten en lontananza, esas que “por estar muy lejanas, apenas se pueden distinguir”? No sé.

Lo que sí sé es que Alemania le pasa una factura a China por valor de 160 mil millones de dólares por los daños ocasionados por la pandemia, es decir, la responsabiliza, pero no se conocen las pruebas. Pero tampoco sabemos si es la República Federal de Alemania la que oficialmente pide esta indemnización, o es un editorialista díscolo el que a título personal hizo el cálculo y publicó en el periódico Bild el editorial titulado “Lo que China nos debe”. Que yo sepa nadie ha desmentido a ninguno de los dos. Al gobierno australiano se le ocurrió pedir una investigación rigurosa, y tanto a Alemania como a Australia el gobierno chino les respondió lo mismo: además de amenazar con limitar el intercambio comercial les enrostra que están promoviendo la xenofobia y el racismo. ¿Dignidad o temor? 

En este punto, y cuando la pandemia ha hecho estragos irremediables en la población norteamericana, el presidente Trump ha sido más sensato. ¡Quién lo creyera! Trump clama por sanciones a China “si aparecen pruebas de que era consciente de lo que estaba por suceder, y dejaron que siguiera adelante. Si fue un error, fue un error y ya está. Pero si ellos tenían conocimiento y responsabilidad, debería haber consecuencias”. claro que a veces cambia de parecer.

¿Y la Organización Mundial de la Salud? Algún día se sabrá el desempeño de esta entidad, a la que acusan de favorecer a China.