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¡Aquella pléyade!
Se extingue en Colombia aquella pléyade de políticos talentosos con recia formación académica y humanística.
Lunes, 22 de Octubre de 2018

El pasado sábado falleció en Bogotá el exministro santandereano Abdón Espinosa Valderrama, a los 96 años de edad, y con él prácticamente se extingue en Colombia aquella pléyade de políticos talentosos con recia formación académica y humanística.

En los albores del siglo XX, digamos que en 1910, aparece la denominada Generación del centenario, por aquello del centenario de nuestra Independencia y que tan gran papel desempeñó en los destinos nacionales a partir de 1930, cuando derrotó a la Hegemonía conservadora después de 45 años de estar excluido del manejo del Estado, sobreviviendo únicamente con una ley de minorías que otorgaba un cupo burocrático preestablecido en su calidad de minoritario permanente.

Algunos de esos políticos centenaristas ocuparon desde 1930 la presidencia de la República, como Enrique Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo, quienes eran “un criterio y una voluntad”, y se rodearon de maestros: Olaya Herrera no era economista, pero tuvo de ministro de Hacienda a Esteban Jaramillo; y López Pumarejo no era escritor, pero tuvo de ministro de Gobierno a Alberto Lleras Camargo, y con Lleras comenzó en Colombia la era de los llamados ghost writer -escritores fantasmas-, los que escriben discursos a los gobernantes.

Con los gobiernos de los centenaristas hicieron sus primeros pinitos la generación de los Nuevos, que surgió entre 1925 y 1930, y luego unos llegaron a la jefatura del Estado, otros aspiraron a ella o colaboraron con quienes alcanzaron la máxima dignidad, como Alberto Lleras Camargo, Darío Echandía Olaya, Carlos Lozano y Lozano, Carlos Lleras Restrepo, Jorge Eliécer Gaitán, Luis Rueda Concha, Gabriel Turbay y Luis Tejada, entre otros. Se destacaron en el periodismo, la filosofía, la literatura y el derecho, por ello le insuflaron “sangre nueva” a arcaicos preceptos legales, hicieron su aporte al Derecho Penal, renovaron el Derecho Civil y fueron protagonistas de primera línea en la reforma constitucional de 1936.

Paralelamente a los anteriores, y para entenderlos hay que ubicarse en el tiempo que les correspondió vivir y nadie puede acusarlos de defraudar las arcas del Estado, encontramos, entre otros, al ingeniero y escritor Laureano Gómez Castro y al caldense Gilberto Alzate Avendaño, abogado exitoso y político honrado, que no fue presidente de la República por un mal cálculo político y cuando sus correligionarios le enrostraron la falla, respondió: “Es más fácil ser historiador que profeta”.

Al fallecer el expresidente Eduardo Santos Montejo en 1974 se extingue la generación del Centenario, y con el fallecimiento de Carlos Lleras Restrepo en 1994 se extingue la generación de los Nuevos, y de sus sucesores en la conducción del Estado a partir de 1970 son pocos los que  se destacan: López Michelsen y Belisario Betancur. Quedan por fuera quienes teniendo talla presidencial sólo fueron ministros excelentes: Juan Camilo Restrepo, Roberto Junguito Bonnet y Jaime Castro Castro.

En la segunda década del siglo XXI gracias a Dios surge una generación de políticos que salvarán a la República: Angélica Lozano, Roy Barreras, Gustavo Petro, Armando Benedetti, Claudia López. Mejor dejemos ahí.

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