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“Aquí me quedo”

Desde tiempos bíblicos se ha escrito sobre lo que son las peores debilidades del ser humano.

Así se llamaba hace varios años uno de los restaurantes más conocidos de Cúcuta, camino al cementerio, el de “La Turra Petra”. Sin duda que por allí incluso unos muy de niños y otros ya mayores, llegaron a alimentarse frecuentemente algunos de los miembros de la actual Cámara de Comercio, quienes a pesar de la impopularidad y daño que aún le hacen a la ciudad, pretenden atornillarse en sus cargos, ahora a través de una tutela, y después de haber regresado como lo expresaba recientemente, a los “tiestazos”, porque hay que tomarse el poder al precio que sea.  Cúcuta es lo de menos, lo importante es el billete, porque así se haya trabajado apenas un par de días, se tramite un pago de 26 millones de pesos retroactivamente. Finalmente eso es lo que interesa. La “Turra Petra” fue una mujer que quiso mucho a Cúcuta, y si hubiere sabido que algunos de sus comensales que comían mucha lenteja – “el lentejismo” en política -, seguramente no habría permitido que Santaella de niño fuere uno de sus clientes.

Desde tiempos bíblicos se ha escrito sobre lo que son las peores debilidades del ser humano: la codicia, la soberbia, la lujuria, y esa actitud de pasar por encima de todo, pase lo que pase. En la Biblia está escrito que Esaú, fue un personaje irresponsable no solo con su familia sino con todo su entorno, que llegó a negociar su derecho a la primogenitura de sus hijos. Tenía muchas mujeres y trataba inútilmente de satisfacerlas a todas. Así terminó negociando hasta el cuidado y la responsabilidad de sus hijos. O sea, Esaú tenía el perfil para ser miembro de la Cámara de Comercio. Afortunadamente murió hace 2.000 años.

El lentejismo es una expresión que tiene arraigo en la cotidianidad política de Colombia. Se la asimila al trasfuguismo, a las peores prácticas, a ese tipo de persona que tiene de todo menos de lealtad y menos con su ciudad, con su entorno. La pelea por el poder que hoy en día existe al interior de la Cámara de Comercio es indignante con la ciudad, es una cachetada y desprecio por Cúcuta, un menosprecio al futuro y a los problemas de esta frontera. Por sólo citar uno de ellos que muestra un retrato de lo que vivimos, Cúcuta según el Dane tiene una población de 777.000 habitantes, y se calcula que hoy en día en su área metropolitana hay una migración venezolana cercana a las 140 mil personas. Eso significa que en los últimos 3 años a Cúcuta ha llegado una superpoblación del 20% de sus habitantes, a quienes hay que darles servicios, habitación, salud y de ser posible, trabajo. La dimensión de los problemas que tenemos que afrontar son enormes. 

Precisamente una de las instituciones que debería tener un liderazgo y estar acompañando al alcalde y gobernador en ideas y propuestas para afrontar este enorme reto es la Cámara de Comercio, pero no, por estos días andan en leguleyismo, redactando tutelas, dejando que transcurra el tiempo para que se causen otros 26 millones de pesos, porque al final, eso es lo que importa, y ahora que ya hay aviones, inventar uno que otro viaje para viaticar. Razón tenía Mario Puzo en los Borgia, “Aún en los grandes hombres está incubada la semilla de la codicia y la traición”. Por ahora, esa decisión del “Aquí me quedó” al estilo Esaú, en donde no hay ningún escrúpulo, y si es necesario hasta negociar la primogenitura de los hijos con tal de conseguir poder, se hace. Qué vergüenza con Cúcuta.

Domingo, 13 de Septiembre de 2020
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