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Así en la tierra, como en el cielo

El padrenuestro es la oración estrella de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes. Viene, ni más ni menos, que del mismo Jesucristo, según lo refieren los evangelistas Mateo y Lucas. 

Por centenares de años se le pidió a la Providencia en esta oración que perdonara nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores. ¿Entendían las gentes de 1960 hacia atrás qué eran las deudas? Apuesto a que el común no lo entendía. ¿Quién sabe si pensaban que eran las deudas en la tienda, o con el carnicero, o con el banco voraz? Pero aclaremos que el padrenuestro en latín habla de debita nostra, o sea nuestras deudas (debitum, en singular, deuda; debita, en plural, deudas) y de debitoribus, deudores. Pero el Concilio Vaticano II, que introdujo grandes transformaciones, trocó deudas por ofensas, y deudores por ofensores. 

También, por muchas centurias, se dijo, según la traducción española “venga a nosotros, él, tu reino”. No sé de dónde salía ese “él”, pero lo cierto es que nuestras gentes, al recitar como un trabalenguas el padrenuestro decían “vénganoseltureino”, y no me explico por qué esta frase la asimilaban al acto de comer. Por ejemplo, si uno preguntaba por el destino de la torta que había quedado en la nevera, le respondían que esa torta “vénganoseltureino”, y quien contestaba hacía el ademán de llevarse algo a la boca para tragarlo. 

Ahora se viene otra modificación de la bimilenaria oración. La partecita de la discordia dice en su versión latina: “et ne nos inducas in tentationem sed libera nos a malo”, que significa, traducida literalmente, “y no nos induzcas – o introduzcas - en tentación, pero líbranos del mal”. Ese “y no nos induzcas en la tentación” se cambió, con el tiempo, por “no nos dejes caer en la tentación”. ¿Dios, llevándonos de la mano a los pecados y a continuación librándonos de las garras de Satanás? No tiene sentido, y así lo pregona el papa Francisco: no es propio del Padre Celestial arrojarnos a la tentación; equivaldría a que Él, siendo la esencia de la bondad y la virtud, nos alentara a ser inmorales y perversos. Pero lo curioso es que en las misas en latín se sigue repitiendo el padrenuestro con el mismo “inducas in tentationem”. Claro que el Sempiterno entiende qué es lo que queremos, así las versiones en español, en francés y en italiano se presten para lo que el papa considera que es una traducción incorrecta. E
n italiano la frase ha sido cambiada por “non abbandonarci alla tentazione”, que traduce “no nos dejemos caer en la tentación”. ¿Se impondrá esta última modificación, que la impulsa el Sumo Pontífice? ¡Lo sabrá el mismo Creador! (No es el momento de decir que lo sabrá Mandrake porque estamos tratando de temas divinos). 

Aquí en la tierra la discusión sigue en pie acerca de qué fue lo que realmente les contestó Jesús a sus discípulos cuando ellos le rogaron que los enseñara a orar, y en el cielo, ¿el Padre le pedirá cuentas al Hijo, algo así como ¿qué fue lo que tú, en fin, les enseñaste a tus seguidores? 

Mientras se desenreda el ovillo sigamos pidiendo que se haga su voluntad así en la tierra como en el cielo. Amén. 

orlandoclavijotorrado@yahoo.es

Martes, 10 de Marzo de 2020
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