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Cinco años tras el cierre de fronterizo
El primer aprendizaje es de liderazgo.
Domingo, 23 de Agosto de 2020

El debate ideológico tras el cierre fronterizo, aunque interesante hoy es polarizado y lleno de lugares comunes y éste no avanza para establecer puentes de entendimiento entre ambos gobiernos, pienso que esto es posible en medio de las diferencias. Luego, en esta columna me ocupo de los aprendizajes que pueden extraerse para Norte de Santander tras cinco años del “cierre de la frontera”. 

El primer aprendizaje es de liderazgo, es tiempo para comprender que el conflicto entre los gobiernos de Colombia y Venezuela generan efectos que se padecen con rigor en el lugar dónde hacemos nuestras vidas y no en abstracto donde se presenta el debate; pongámonos en los zapatos de la niñez que necesita servicios básicos, en el microempresario que depende de las compras de los venezolanos; las empresas que exportan o importan bienes e insumos; o en el habitante de frontera que vive del rebusque diario y el intercambio de las remesas le ofrece un ingreso para solventar sus necesidades y  algún gusto suntuario.

El segundo aprendizaje se relaciona con la gestión de recursos, los esfuerzos y las inversiones realizadas bajo este contexto, podrían ser usadas de forma más eficiente y sostenible para resolver los problemas estructurales de Norte de Santander. Tercero, el cierre fronterizo ha dejado aprendizajes económicos, por ejemplo, el choque fue fuerte, dado que inicialmente se contrajo la actividad económica y los términos de intercambio. Sin embargo, Norte de Santander presenta una tasa de crecimiento económico aceptable y equivalente a 2,7% en 2018 comparada con el 1,9% de 2015. Asimismo, Norte de Santander ha incrementado las exportaciones en 2019 a 411 millones comparado con los 193 millones de USD-FOB de 2015 y diversificó los mercados destinos; Venezuela no es el mayor mercado, ahora lo son: India, Ecuador, Turquía, Reino Unido, Brasil, Japón, EE. UU., China y Perú. 

El cuarto aprendizaje es laboral, los indicadores son altos antes y después del cierre, tal es el caso de la tasa de desempleo (en 2019 el valor fue 15,6% comparado con 14,6% de 2015) y la informalidad laboral supera el 70% en Cúcuta y el Área Metropolitana en ambos periodos. 

El quinto aprendizaje es social, al respecto la pobreza monetaria pasó de 40% en 2015 a 40,4% en 2018 y la pobreza extrema disminuyó desde 11,6% en 2015 a 10,2% en 2018; la pobreza afecta más a las mujeres, a la población con niveles de escolaridad incompletos, en situación de desempleo e informalidad laboral, a los migrantes y retornados según el DANE (2020). 

Los desplazamientos forzados y las migraciones que se han generado entre las dos naciones por efecto de los conflictos internos y de las pésimas decisiones de ambos gobiernos, se refuerzan por el fortalecimiento de las economías sumergidas y el control territorial que ejercen en la frontera las guerrillas, los paramilitares y las organizaciones criminales; sin duda ambos gobiernos han fallado, al respecto los remediales para enfrentar la crisis derivada del cierre fronterizo son soluciones necesarias pero insuficientes. En todo caso, una frontera abierta, libre, segura y con marcos institucionales de cooperación internacional en medio de las diferencias gubernamentales, siempre será una mejor alternativa.

En suma, los aprendizajes son útiles siempre que se tomen “buenas decisiones”, el debate ideológico y político en abstracto es importante, pero este debate no puede condenarnos a la tragedia que vivió Sísifo, pese a que en lo electoral y en las negociaciones entre elites mantener el statu quo pueda generar réditos. No obstante, esto nos desvía del foco central, es decir: resolver los problemas estructurales de Norte de Santander y de la frontera. 

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