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Cómo decepcionar en los primeros cien días
Nuestro presidente en campaña prometió por todos los medios existentes que no iba a subir impuestos.   
Domingo, 18 de Noviembre de 2018

“Las promesas que hicieron ayer los políticos son los impuestos de hoy”.
William L. Mackenzie King

El 4 de marzo de 1933, Franklin D. Roosevelt es elegido presidente de los Estados Unidos de América y, recibiendo un país sumergido en una crisis económica mundial, durante sus primeros cien días de gobierno implementó todo tipo de medidas contundentes con el fin de revitalizar la economía. Fue preciso con el gabinete nombrado para mitigar las dificultades que padecían y eficiente en la formulación de leyes presentadas al Congreso para su aprobación. 

Desde aquel momento se generó una tradición donde los primeros cien días de un gobierno, son utilizados para comunicar a la ciudadanía cuales son las características, prioridades y estilo político de la nueva administración. Generalmente, este periodo no es tomado como un punto crítico para señalar la gestión de un presidente que hasta ahora comienza. Sin embargo, en Colombia, estos primeros días el Ejecutivo estuvo tan polémico, confuso e incoherente, que terminó dando como resultado la estruendosa caída de favorabilidad de Iván Duque.

Como lo había mencionado en una columna anterior, existe una delgada línea entre oposición y populismo, y el país se ha dado cuenta que las férreas criticas que tuvo Iván Duque y el uribismo en contra del Gobierno anterior, estuvieron enfocadas en cautivar al electorado con promesas amañadas para regresar al poder. La imagen fresca, renovadora y académica que le pretendieron dar al entonces candidato del Centro Democrático, está siendo desdibujada poco a poco por cada salida en falso del primer mandatario y sus ministros. 

Nuestro presidente en campaña prometió por todos los medios existentes que no iba a subir impuestos, y expresaba que el IVA bajo ninguna justificación podía ser utilizado por parte del Estado para recaudar recursos porque asfixiaba la clase media y condenaba a una sociedad emergente a la pobreza. En realidad, no solo faltó a su palabra, sino que disfrazó una reforma tributaria en una ley de financiamiento por la que pretende gravar con impuestos varios sectores que supuestamente iba a defender. 

Uno de los caballos de batalla de la nueva administración es la famosa economía naranja. No obstante, la ley de financiamiento busca gravar con un 18% de IVA el desarrollo de software, los eventos culturales y deportivos, la boletería de cine y conciertos, los servicios digitales, en fin, le plantaría impuestos a lo que las industrias creativas representan, desestimulándolas y limitando su crecimiento. 

También, Iván Duque se mostró a favor de las políticas que protegen el medio ambiente, y una vez más, este entusiasmo le duró hasta el momento de ser elegido presidente. En campaña señalo que no estaría a favor del fracking para la extracción de hidrocarburos, pero su ministra de Minas ya declaró que se la iba a jugar por este método. Sin mencionar que incrementará los impuestos a los carros eléctricos, desalentando la circulación de automóviles que no contaminan el aire; el presidente está demostrando muy poco de ambientalista. 

Prometió cero mermelada, seis días al año sin IVA, proteger a los pensionados, apoyar a los estudiantes, extraditar a Santrich, pero ya sabemos en tiempo récord, en tan solo cien días, que no será así. Y cuando en el pasado gritó que la administración Santos fue lo peor para el país, el presidente Duque en su última gira internacional exclamó con orgullo que el acuerdo de paz se acogía al Estatuto de Roma, que la clase media se incrementó notablemente y celebraba el ingreso de Colombia a la OCDE. 

Claramente, el sentir popular lo reflejan las encuestas de opinión y existe una decepción generalizada frente al cambio de discurso que ha presentado, las contradicciones que tiene con sus ministros y propia bancada política y el débil respaldo al proyecto anticorrupción, entre otros temas. De todas maneras, la factura que le está pasando los colombianos puede servir para retomar el rumbo que necesita esta sociedad golpeada por la politiquería y la corrupción.

Presidente, deseamos ser testigos de su capacidad de gobernar. Los nortesantandereanos seguimos creyendo en sus buenas intenciones, especialmente, en modificar la internación de vehículos como lo propuso y en implementar la Zona Económica Especial para Cúcuta y su área metropolitana, razones por las cuales el departamento salió ilusionado a votar masivamente por usted. 

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