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Con motivo del Concurso Departamental de Crónica

Tristemente, esta verdad en Colombia no la tenemos muy clara, somos uno de los países que menos lee, y en Cúcuta, aún menos.

Lo que verdaderamente que transforma el mundo son las letras y no las armas. Las armas rompen cadenas físicas, pero las letras destruyen ataduras mentales. Las primeras a un hombre pueden volvérsele a poner, y más gruesas y fuertes de tal manera que lo subyuguen y sometan más que antes; pero las segundas, jamás, después de que fue conocimiento general que todos los seres humanos nacemos libres, ningún recién liberto volvió aceptar algún galimatías teológico o de cualquier otro tipo para que le redujeran de nuevo a la esclavitud; claro está, podría reducírsele por la fuerza, pero en su mente él ya era un hombre libre y siempre estaría buscando la forma de emanciparse. En otras palabras, al mundo lo cambió más Gutenberg que Colt. 

Tristemente, esta verdad en Colombia no la tenemos muy clara, somos uno de los países que menos lee, y en Cúcuta, aún menos. La apatía por la lectura no puede ser más evidente, a los educandos los ponen a leer una novela corta, y prefieren comprar es el resumen, que ni siquiera lo leen completo. La mayoría de los adultos que compran la prensa, ojean la sección judicial y no más; en tiempo de elecciones no leen e indagan en la hoja de vida y propuestas de los candidatos, ni siquiera leen los folletos que estos reparten sobre su programa político. Es que no leemos ni el manual del celular o televisor y luego estamos gastando plata innecesariamente para que un técnico lo configure o nos enseñe como manejarlo. 

Como resultado de esta desidia por la lectura, y por ende del conocimiento, Colombia es un país subdesarrollado, donde los políticos corruptos, la inmensa mayoría, hacen de la suyas con el erario público, donde los ciudadanos venden lo más sagrado y símbolo de la democracia, el voto, por treinta o cuarenta mil pesos, donde se invierte más en la guerra que en la educación, donde la ciencia y en la tecnología reciben cada día menos apoyo. 

Los que sí tienen bien claro la peligrosidad de la lectura son los dictadores y los gobiernos corruptos. Por eso, los primeros, censuran o queman libros, y los segundos desestimulan la lectura y no invierten en la educación del pueblo. Ellos saben que un pueblo que lee es un pueblo al que no se le puede engañar con utopías, lo que le pasó a los venezolanos, que no acepta reformas tributarias truculentas, como recién nos acaba de pasar a nosotros.   

Durante la jornada de capacitación del Concurso Departamental de Crónica que adelantan La Opinión, Editorial Planeta y la Gobernación de Norte de Santander, fue muy desalentador no ver el auditorio de la Biblioteca Julio Pérez Ferrero repleto, y todavía más desconcertante ver que algunos muchachos con uniforme de colegio abandonaban el recinto en medio de la más agradable conferencia donde se escuchaba de García Márquez, Cien años de Soledad, Mary Shelley, Frankenstein, etc. 

Sin embargo, muchos se quedaron hasta pasado las doce del mediodía, y eso es muy positivo, son jóvenes que saben la importancia de la lectura, y de la escritura; con jóvenes como esos y concursos como este en el que se incentiva el amor por la lectura y escritura, se da el primer paso para que salgamos del oscurantismo en el que todavía vivimos. 

Domingo, 27 de Agosto de 2017
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