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Consejos para una noche de lluvia

En una bacinilla o en un balde puede aparar el agua que se cuela por el techo.

Ahora que la lluvia nos abruma, y que en cualquier momento del día o de la noche nos sorprende un aguacero, ahora es mejor estar preparados para lo que venga, es decir, para lo que pueda suceder.  Con ese fin, esta columna ha preparado una serie de consejos que esperamos (la columna y yo) le sean de gran utilidad a usted, amable lector, sobre todo cuando los aguaceros se desgajan de noche. 

Al fin y al cabo, si la lluvia nos sorprende de día y estamos en la calle, podemos guarecernos en cualquier almacén, tienda, restaurante,  iglesia de garaje o sede política, pues de día todo está abierto. Sin embargo, tenga cuidado. Si se guarece en una iglesia de garaje, le pueden cobrar diezmos y primicias, y si se mete a una sede política, lo irán anotando con todos sus datos y los de su familia y lo comprometerán para salvar la patria.

No sucede lo mismo si es de noche, en que todo está cerrado, a excepción de cantinas, moteles y motelitos, pero a estos debe ir acompañado. Por eso estos consejos están dirigidos a sacarle el quite a la lluvia nocturna.

En primer lugar, no haga caso de los pronósticos del tiempo que pasan en la televisión. O tal vez sí, pero hágales caso al contrario: Si anuncian lluvia para la noche, es seguro que no lloverá. Si dicen tiempo seco, el aguacero ya viene del cerro Tasajero hacia acá.

En estos tiempos es mejor que no salga de noche. Cancele la cita con su amiguita o amiguito, o incúmplales a los otros vagos que se reúnen a jugar billar en el club. Acuéstese temprano, tómese una aguamielita con bastante limón para prevenir una gripa o ese virus que ahora está dando, desde que los “hermanos” del vecino país empezaron a llegar por montoneras. Acuéstese, digo, e invite a su mujer a que haga lo mismo. Puede resultar una noche maravillosa. Casos se han visto.

Pero si la salida resulta obligatoria (velorio de la suegra, reunión con el jefe político so pena de perder el puesto), vaya de botas pantaneras, chompa de cuero o de plástico y paraguas enrollado. Recuerde que hombre prevenido vale por dos. No sé, mujer prevenida por cuántas valdrá.

Si estando acostado, siente que algo le cae en los pies o un ruido monótono y persistente sobre la mesita de noche, levántese y corra la cama. Son goteras. En una bacinilla o en un balde puede aparar el agua que se cuela por el techo.

En casos de tormenta eléctrica, no se meta debajo de los árboles, especialmente si son palmas de coco. Un cocazo en la cabeza lo puede dejar igual o más tieso que si le cae un rayo.

Recuerde que el canal Bogotá se crece de un momento a otro y las aguas pasan por encima de los puentes. Si está cerca, corra, que la corriente no da espera ni diferencia entre habitantes del canal y transeúntes ocasionales.

Cuando saque el paraguas, cerciórese de que no está roto. Usted puede resultar más mojado debajo que por fuera de un paraguas con huecos.

Pero la lluvia nocturna también tiene sus ventajas. Si usted llega de madrugada a la casa, la excusa es perfecta: “Estaba cayendo un palo de agua tan fuerte que no pudimos salir de la iglesia donde estábamos orando para que no se nos monte Petro”.

-Muy bien, mijo, vaya abríguese, ya le llevo la limonadita. 

Miércoles, 11 de Abril de 2018
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