El plato fuerte de la semana pasada, luego del ejercicio electoral del domingo 27 de mayo, fue el tema de las alianzas con los candidatos triunfantes: Iván Duque y Gustavo Petro. Algunas de ellas ya estaban cantadas, casi que negociadas de antemano, y otras sí tenían a más de uno con los nervios de punta.
La que suscitó más polémica, entre todas, aunque se conocía de tiempo atrás que así sería, fue la adhesión del Partido Liberal a la candidatura de Iván Duque. Tantas polémicas agrias de Germán Vargas Lleras, Viviane Morales y el expresidente César Gaviria Trujillo con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, uno de los patrocinadores de la campaña de Duque, que ahora muchos dicen no entender cómo compartirán tarima.
Difícilmente puede uno imaginarse que muchas de las cosas que se dicen en campaña política contra alguien, eso de sacarse los trapitos al sol, máxime cuando se es oposición, generen enemistad personal.
No, generalmente produce distanciamiento político y, además, hay que entender que eso es algo coyuntural y no definitivo, lo que significa que es mientras dure la contienda electoral. De manera que evocar ahora un fuerte cruce de palabras entre expresidentes, o políticos en general, en hechos sucedidos al calor de una reyerta comicial efímera, es lo más irrelevante que he escuchado.
Alguna vez cité en esta columna el caso del político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, quien tuvo que asilarse por espacio de cinco años en la embajada colombiana en Lima al llegar al poder Manuel Odría, y cuando terminó la dictadura de Odría, Haya de la Torre lo apoyó luego en su aspiración a la reelección. Como si nada hubiese sucedido. Esas son las cosas de la política, porque a veces lo que está en juego es la supervivencia de los políticos o de los partidos políticos.
Ahora bien, en términos coloquiales: ¿Por qué César Gaviria Trujillo adhirió al candidato Iván Duque? Sencillamente porque Gaviria no es pendejo y tiene bien desarrollado el instinto de conservación política.
Por el lado de la Colombia Humana, de Gustavo Petro, muchos colombianos quedamos atónitos con la propuesta de éste al excandidato Sergio Fajardo, en el sentido de cogobernar y asegurar la sucesión, armar algo así como un “frentenacionalito”: yo gobierno cuatro años y tú otros cuatro, a lo que Fajardo afortunadamente no le jaló, le pareció inadmisible, y fue congruente con lo que siempre manifestó: ni Petro ni Duque. Además, ¿quién le garantiza a Fajardo que Petro suelte el juguete?
Esto del “frentenacionalito petrista” me hace acordar cuando en 1982 el candidato liberal disidente Luis Carlos Galán Sarmiento denunció en televisión que el entonces presidente Julio César Turbay Ayala y el candidato liberal oficialista Alfonso López Michelsen tenían un pacto para alternarse en el poder: “Yo te reelijo y tú me reeliges”. Pues el constituyente primario no lo aceptó y todo se les desbarató. Ganó Belisario Betancur Cuartas.
