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De las pausas

¿Cuál escándalo de corrupción ha “estallado” en estos once meses de gobierno duquista? 

Mucho se ha criticado al presidente Iván Duque Márquez por una supuesta inactividad en el ejercicio del gobierno. Desde luego que muchos de quienes lo vilipendian son la oposición, y eso es válido, y otros, porque no han obtenido las sinecuras y canonjías que esperaban al iniciar la nueva administración. Vale la pena, entonces, intentar una explicación objetiva de lo que viene sucediendo:

Todos sabemos que el 7 de agosto de 1934 se instaló en Colombia un gobierno de estirpe liberal, progresista, que asesorado por juristas y periodistas de élite, como Darío Echandía y Alberto Lleras Camargo, respectivamente, entre otros, se propuso modernizar las instituciones, y para ello provocó la enmienda de la Constitución de 1886, de la que todos conocemos sus principales características. Esa enmienda se conoce en la historia del constitucionalismo colombiano como “Reforma del 36”, la de Alfonso López Pumarejo. Todo se logró a pesar de la  oposición acérrima del jefe conservador Laureano Gómez Castro. Pero al terminar esta administración llegó a la jefatura del Estado un copartidario del presidente saliente, Eduardo Santos Montejo (1938-1942), quien no tenía en mente continuar demoliendo el régimen feudal y oscurantista vigente desde 1886, y “decretó” la primera pausa.

Muchos colombianos también recordamos, como si fuera ayer, la lujuria que presidió las actuaciones presidenciales del señor Julio César Turbay Ayala en los últimos meses de su administración, y con el ingreso de la nueva administración el 7 de agosto de 1982, la del conservador Belisario Betancur Cuartas, se “decretó” la segunda pausa, para que la institución presidencial recobrara su majestad. Pero Belisario, a su vez, inició su propia feria en la Casa de Nariño, al llamar a deportistas y compositores, entre otros, sin estudios de bachillerato concluidos, para que con rango de diplomáticos representaran a Colombia en el exterior. Ni para qué hablar de la famosa ley de amnistía y los intentos de terminar el conflicto armado con Manuel Marulanda y sus alegres muchachos, para lo cual sería muy ilustrativo releer la antología de la columna periodística titulada “El Tábano”, de doña Bertha Hernández de Ospina. A este jolgorio de Belisario la nueva administración, la de Virgilio Barco Vargas (1986-1990), le “decretó” su propia pausa y volvió la serenidad y la reflexión a la Casa de Nariño. Su criterio era hablar menos y trabajar más. 

Ahora tenemos que saltar al año 2010, cuando llego al gobierno el señor Juan Manuel Santos Calderón y con el cuento de la paz empezó un revolcón indescriptible a la institucionalidad: trámite de reformas constitucionales y legales que la guerrilla de las Farc no aceptaban y entonces había que tramitar otras, saturación del Estado con compromisos económicos incumplibles. Ni para qué hablar de la “mermelada” que terminó de arruinar al Estado en esos dos periodos. A corregir ese estado de cosas llegó el nuevo gobierno de Iván Duque Márquez y “decretó” la pausa a ese festín y se espera el apoyo de la Nación entera. ¿Cuál escándalo de corrupción ha “estallado” en estos once meses de gobierno duquista?

 

Lunes, 8 de Julio de 2019
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