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A decidir, votando

Sea quien sea quien resulte elegido, debe recuperar la institucionalidad.

Este domingo 17 de junio se decide mucho más que el nombre de quien ha de dirigir el Estado colombiano durante los próximos cuatro años. 

Están en juego la filosofía, los criterios, las orientaciones con arreglo a las cuales se hará uso del enorme poder que, según nuestras instituciones, tiene el ciudadano que ejerza la presidencia de la República. 

Y está en juego el futuro de Colombia en materia social, económica, jurídica y política. 

Sea quien sea quien resulte elegido, debe recuperar la institucionalidad, la vigencia del Estado de Derecho y la observancia de los principios constitucionales.

Quien escribe estas líneas ha sido siempre escéptico sobre la precisión y veracidad de las encuestas y más todavía respecto a los denominados pronósticos electorales. 

Por ello considera que nada es seguro en este momento y que la verdad sobre la votación del domingo solamente saldrá de los resultados en las urnas.

Los ciudadanos debemos acudir a votar por el candidato de nuestras preferencias, con el debido respeto hacia quienes no comparten nuestra individual decisión, y sobre la base del conocimiento que se tiene acerca de los programas e ideas de los dos aspirantes.

Como lo expresamos en nuestra columna radial, es lamentable que no se haya dado un debate entre los doctores Petro y Duque, por cuanto habría sido muy útil si se considera que en los últimos días, tanto en una como en otra campaña, se han producido cambios y ajustes en las propuestas, para morigerar posiciones exageradas con el fin de atraer votos. 

Y habría sido importante, entonces, que los aspirantes a la presidencia de la República nos hubieran dicho en definitiva y de manera clara qué harían y qué no harían en el supuesto de su elección. 

Porque, además, con la modalidad aplicada en esta campaña -consistente en señalar al contrario asignándole tesis y programas que no corresponden a su verdadero criterio-, muchos ciudadanos sufragarán sin un exacto concepto sobre el rumbo que cada candidato seguiría si fuese el escogido por el pueblo.

Con independencia de la mayor o menor conveniencia estratégica del debate -según la óptica de los asesores de campaña-, lo cierto es que los colombianos hemos debido conocer de manera adecuada, completa y exacta las opciones objeto de nuestra decisión. 

Y entonces, no serán pocos los que resuelvan el sentido de su voto pensando todavía que Duque acabará con las altas corporaciones de justicia, destruirá de un plumazo el Acuerdo Final de Paz y hará puntualmente lo que le indique el expresidente Uribe, y que Petro confiscará terrenos, fincas y edificios e instalará en Colombia el mal llamado “castrochavismo”, opciones todas esas que al parecer no son exactas.

Al menos un debate habría servido para disipar dudas y temores, y para comprometer a los candidatos en serio y evitar sorpresas cuando el elegido inicie su gobierno.

Acudamos a votar en paz, con genuino talante democrático, y con todo respeto hacia las tendencias políticas de los demás.

Sábado, 16 de Junio de 2018
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