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Detengamos esos monstruos
En el caso de nuestros políticos, que se consideran superiores porque son ricos, hablan mucha y se alían a todos los que tienen poder.
Jueves, 28 de Diciembre de 2017

Ya que por fin, después de tantos años de rogativas, se está empezando a atacar la  corrupción política y administrativa que por poco acaba con el país, es bueno detenernos a reflexionar sobre dos antivalores que de una u otra forma, dirigen y patrocinan ese adefesio que viene acabando con nuestro terruño. Esos términos recurrentes  son la Codicia y la Avaricia; como concepto psicológico, el primero es el afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.

“Los codiciosos andan buscando quien los ame sin lograrlo, viven con miedo que sus más cercanos les roben lo que ellos han robado a otros; siempre es buscando más, anhelando inútilmente lo inalcanzable,  porque a Dios nadie lo puede embotellar “.

La avaricia es una inclinación o deseo desordenado y desmesurado de placeres, de posesiones y riquezas para atesorarlas. Según muchas religiones e iglesias, la avaricia es el más condenable de todos los pecados.

Erick Fromm la describe  como “un pozo sin fondo que agota a la persona, en un esfuerzo interminable de satisfacer la necesidad, sin alcanzar nunca la satisfacción”.

Se utiliza para criticar a aquellos que buscan la riqueza material excesiva, pero también es aplicable en situaciones donde la persona siente la necesidad de estar por encima de los demás desde un punto de vista moral, social, económico o de cualquier  otra manera.

Todo se orienta a creer que el poder y lo material es la razón y límite de su existencia, y ello en definitiva pasa a ser un complejo de inferioridad. En términos poéticos se dice que “el avaro solo hace bien cuando muere”, y los budistas creen que la codicia está basada en una errada conexión material con la felicidad, y que lo peor de ella es que jamás sabrá detenerse.

En el caso de nuestros políticos, que se consideran superiores porque son ricos, hablan mucha y se alían a todos los que tienen poder, saben conscientemente que tienen y mantienen estos comportamientos, de la manera más fácil, robando los dineros públicos (con todo tipo de patrañas y triquiñuelas profesionales) para tratar de saciar sus impulsos de tener y tener, sin importarles un pepino la desgracia en que van dejando al país, y a millones de personas sumidas en la desesperanza, y lo peor sin justicia que les eche mano, porque de alguna manera todos se han cubierto  y protegido con la misma cobija de la impunidad.

Lo más recriminable de todos ellos, es que bajo ningún pretexto necesitan robar, primero porque gozan de unos sueldos muy buenos y son gente adinerada por otras fuentes.

Los codiciosos y avarientos, metidos en esas “profesiones”, muchas veces sufren episodios agudos de tristeza y Depresión severos cuando se ven padeciendo de alguna enfermedad, que entre más los acerque a la muerte, más se agudiza el insomnio, el sufrimiento moral y emocional, con severos sentimientos de culpa, que les recrimina porque pasaron la vida sin pena ni gloria, envueltos en la hipocresía, la banalidad  y el materialismo, que no les permitió tener amor al prójimo, ni gozar de las mieles espirituales que da una vida sana y honesta.

Saben que a ellos solo les espera el infierno. Gandhi, nos enseña que “lo difícil no es cambiar, lo difícil es que entiendas que cambiar es muy fácil”.

Necesitamos el milagro de que muchos de los políticos Colombianos cambien su actitud en torno a la Codicia y la Avaricia devolviendo todo lo que se han robado, y no volver a recurrir a ello  para que puedan morir en paz. O que los venideros gobernantes y legisladores entendieran y combatieran la máxima de Gandhi que afirma que “en la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto para satisfacer la avaricia de algunos”.

Qué  bueno que hicieran  lo que hizo San Francisco de Asís que renunció a toda su riqueza, para demostrar que se puede ser feliz con poco. O lo que se le ocurrió a John D. Rockefeller que donó gran parte de su fortuna a fundaciones para la investigación médica y programas como la Universidad que lleva su nombre…y así pudo descansar en la paz del señor. Para esos monstruos si hay tratamiento.

Feliz navidad y próspero año nuevo. Muchas Gracias.

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