Si bien es cierto que la euforia de los gobernantes territoriales que se posesionaron el pasado primero de enero pronto tornó en preocupación, al sobrevenir la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia de la COVID-19, no es menos cierto que, si revisamos el panorama nacional, a muchos de ellos, incluyendo a algunos con trayectoria política los tomó por sorpresa porque ni siquiera habían terminado de configurar su planta de colaboradores o de elaborar documentos que son la carta de navegación durante su periodo constitucional, y había que hacer frente a todo simultáneamente.
Estos gobernantes también fueron sorprendidos por una oposición que en vez de deponer las armas temporalmente y colaborar en la forma de mitigar las consecuencias del mal mayor que nos amenaza inmisericordemente, prefirieron hacer la vida imposible a los gobiernos de turno El mismo presidente Iván Duque en su momento hizo una especie de tregua con el jefe de la oposición y demás jefes de partido políticos representativos y acordaron trabajar -o dejar trabajar- para que el Covid-19 no se extendiera como preveían los especialistas. En redes sociales es impresionante la forma como personas que uno cree sensatas, procuran, con un lenguaje descomedido, por decir lo menos, desprestigiar a quienes van al frente del timonel de la “nave del Estado”, para usar el lenguaje de los centenaristas, buscando con ello un naufragio innecesario.
Es por ello que el gobernante debe estar bien acorazado, y es precisamente en este momento donde no hay que olvidar a quienes la vida sorprendió con la ganancia electoral de su nuevo destino, huérfanos de la listeza imprescindible para asumir las nuevas responsabilidades y su ejercicio imprevisto los llevó a desconocer a quienes podríamos llamar quinta columna, que ningún favor le hacen.
Muchos de esos gobernantes, a lo largo y ancho del país, fueron conscientes de su circunstancia y siguieron el sentido común, atendiendo lo más elemental que viene a la mente, buscando con ello atinar en sus funciones. Pruebas al canto, desde la gradería: alguna vez desde un diario nacional fustigaban al presidente Guillermo León Valencia en el sentido que no estaba preparado para gobernar, y él les respondió que eso podría ser cierto, pero “no pueden ignorar que me he rodeado de los mejores asesores”. El industrial Julio Mario Santo Domingo, antes de morir en 1911, nos señaló un camino sencillo que muchos olvidan: “El gran secreto de mis empresas fue tener un excelente grupo de colaboradores”. Finalmente, la columnista María Isabel Rueda (El Tiempo, abril 26/20), reconoce que la alcaldesa de Bogotá “se ha rodeado de un buen equipo”.
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Otro trino del escritor Luis H. Aristizábal: Por un lado, nos dicen que los curados del virus ya no son portadores. Por otro lado, nos dicen que cualquiera lo puede llevar en un zapato. Y si el curado lleva el virus en el zapato, ¿entonces qué?
