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Eduquemos en valores de verdad
Lo primero es que este proceso debe contar con gente que en realidad ame la vida.
Jueves, 29 de Noviembre de 2018

No tiene sentido seguir sosteniendo un sistema “dizque educativo” como el que viene imperando en nuestro país desde siempre. Si los gobiernos no quieren o no les interesa, usted y yo qué tenemos que ver con estos cambios y necesidades, debemos echar por la calle del medio, y darle a los niños y jóvenes lo que ellos quieren y necesitan, y eso es una formación integral y positiva que les permita ser una mejor persona cada vez. Lo primero es que este proceso debe contar con gente que en realidad ame la vida, que por iniciativa propia, o por haber estado de buenas haya tenido algunos modelos, padres o profesores, que en sus épocas tempranas, en el hogar o en los primeros años de escuela se hayan liberado de los esquemas de enseñanza-aprendizaje tradicionales. Después, es conveniente que en la mente de padres y educadores exista la convicción de que en toda interacción con los niños, estamos siendo modelos de ellos, lo que indica que nuestro proceder debe estar acompañado de alegría y honestidad (no con la lengua sino con los hechos), dado que casi siempre los menores imitan a sus padres y educadores. La educación formativa integral tiene que ser recursiva, para que el adulto sea capaz de ponerse al nivel del niño o el joven, sin perder su rol de padre y profesor “chéveres”. Vamos a definir los valores como “todos aquellos comportamientos positivos que cuando yo los hago, ni me hacen daño a mí,  ni le hago daño a los demás, por el contrario, me producen ganancias, beneficios”. La lista es interminable, yo quiero detenerme en los que considero son básicos en este propósito de educar en valores de verdad. La Aceptación, si a los niños se les enseña y se les modela a aceptar la realidad de todo y pide explicaciones de lo que lo rodea, va a ser una persona crítica de esas que no traga entero sino que forma su propio criterio, y aparte se hace honesto. Los niños con este valor son más humanos, francos y auténticos, que van formando una personalidad sana. El aprecio, cuando se aprende a cultivar este valor, el niño se va formando de paso en la gratitud, va a ser una persona descomplicada, que va ver siempre lo positivo en todo. El Pedir, este es un valor que poco se tiene en cuenta, y tiene que ver con la sencillez y seguridad, al decir por ejemplo: “profe te pido que me expliques nuevamente esto que no entiendo”. La Responsabilidad, esto es la habilidad para responder adecuadamente por sus cosas, por sus compromisos desde pequeño”. La conciencia, es como una brújula que nos va mostrando por donde vamos, es la capacidad de darnos cuenta de que la estamos embarrando, de que algo anda mal, para poder mejorar el camino. La adaptabilidad es un valor que le enseña al niño a moverse por distintos ambientes y tipos de personas, siendo capaz de ajustarse a normas y reglamentos que tiene la vida y sus cosas. Las sociedades que forman adecuadamente valores a sus ciudadanos, no tienen que desgastarse inútilmente en combatir los antivalores que se fueron aprendiendo a través de los malos modelos de los padres, profesores etc. ni tampoco tienen que vivir reprimiendo a su gente a punta de penas y castigos que no rehabilitan casi nunca. En este modelo juegan un papel muy importante las Iglesias, todas ellas deben hacer una reingeniería, que en medio de sus prédicas trabajen los valores, y sus sacerdotes o pastores sean agentes de cambio, que demuestran ser seres humanos de Dios, no con las palabras sino con el ejemplo y su don de gentes que los haga seres sencillos y admirables, a quienes se les puede creer.  Muchas Gracias     

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