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El 7 de agosto

Fue una costumbre inveterada en Colombia que el Presidente electo se mantuviera discretamente alejado de la actualidad nacional hasta tanto no se posesionara.

Era previsible que después de la elección presidencial, y habiendo sido elegido el opositor de la administración Santos, se desatara una serie de duras críticas sobre lo que puede ser el nuevo gobierno.

Pero, si no fuera porque se trata del asunto más importante para el inmediato futuro del país, los argumentos y objeciones de los censores parecen salidos de una mediocre opereta.

Fue una costumbre inveterada en Colombia que el Presidente electo se mantuviera discretamente alejado de la actualidad nacional hasta tanto no se posesionara y, por eso, poco se podía decir sobre sus intenciones. 

Por ejemplo, el gabinete ministerial era un secreto que se guardaba con sigilo hasta el 7 de agosto, día de la posesión, cuando se expedía el primer decreto designándolo y desvelando así las sorpresas que se tenían guardadas.

Excepto a los actos de simple protocolo, el elegido no asistía a juntas directivas ni a reuniones en las que se anunciaran decisiones gubernamentales. Era una especie de hibernación recuperadora luego de la extenuante campaña electoral.

El Presidente Duque ha hecho todo lo contrario: sus viajes al exterior no han sido de recreo sino de contactos con los gobiernos con los que se va a tener la mayor relación. Se ha reunido con las Altas Cortes; con los jefes de los órganos de control; con las directivas de los gremios; con rectores de universidades; con asociaciones campesinas…

Ya ha anunciado medidas cruciales para la orientación de la economía; para la normativa fiscal. Propone acuerdos generales para ambientar la reforma a la justicia y la equidad social etc. etc.

Precisamente, su juventud le permite no tener un minuto de reposo. Y, claro, cada palabra suya es diseccionada con el escalpelo de un médico forense para ver dónde hay un error o un propósito torticero.

Se ha arriesgado a anunciar los nombres de sus futuros ministros, tal vez para someterlos al escrutinio general, y sin embargo solamente objeciones superficiales han podido hacerles. Que el futuro ministro lanzó una frase inadecuada hace una década. Que no ha llenado la cuota del 50% de mujeres. Que algunos no son tan jóvenes. Que hay demasiados representantes del sector privado. Que hay nombres casi desconocidos…

Pero sobre la preparación de ellos, su solvencia en el campo en que se desempeñan o la ausencia del clientelismo acostumbrado, no se ha podido objetar nada. Pocas veces en Colombia se ha escogido una nómina tan brillante y experimentada como la que ha anunciado el Presidente Electo.

No obstante las propuestas hechas para corregir el rumbo del país a partir del 7 de agosto y recomponer la democracia casi destruida por la corrupción, sigue la cantaleta de que el nuevo gobierno va a hacer “trizas” los acuerdos de paz; que va a demoler las Cortes; que va a disminuir las pensiones; que va a reiniciar la guerra. Pero, la más inaudita de las observaciones es la de presidente saliente que le pide al doctor Duque garantizar la vida de los líderes sociales que están siendo asesinados.

Sábado, 21 de Julio de 2018
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