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El doctor pantalla
Nuestro personaje está en problemas.
Sábado, 1 de Diciembre de 2018

Hace unos años era famoso en la televisión un personaje cómico, llamado ‘el doctor Pantalla’, que estuvo a punto de ser ministro, vicepresidente, gobernador y alcalde. Era el perfecto lagarto que asistía a todos los cocteles, inauguraba todos los monumentos, cortaba todas las cintas, pronunciaba todos los discursos. En fin, era imprescindible en los cocteles, la inauguración del Congreso, los homenajes póstumos, la inauguración de las estatuas y las despedidas en el cementerio. De esos especímenes hay varios, que logran ubicarse en altos puestos y salen en todas las páginas sociales. No hay fiesta buena si no asisten y los altos personajes pasan lista para saber si están en un acto. Son imprescindibles.  Los lagartos de alto vuelo son pocos. Se pueden contar con los dedos de una mano.

No quiero dar nombres porque es odioso hacerlo. Pero el lector sabrá a quién me refiero cuando digo ministro pantallero.

En estos tiempos ha aparecido uno de alto vuelo. Sale en todas las páginas sociales. Es el encargado de decir quiénes son buenos y quiénes son malos. Ha alcanzado tanta notoriedad que en algunos círculos ha alcanzado la categoría de precandidato presidencial o por lo menos de alcalde de una capital. 

Pero, siempre hay un pero. Se le atravesó la mala suerte. Una empresa extranjera, famosa por haber sobornado a varios presidentes, altos heliotropos, gobernadores, candidatos presidenciales y aspirantes a otros cargos importantes, aparecieron en listas de coimas, destinadas a conseguir futuros y millonarios contratos de obras públicas, entre ellos puentes, carreteras y hasta un metro. No quedó nada por fuera. Pero hubo un problema: acucioso ingeniero descubrió algunos de los chanchullos y se los dio a conocer a un alto investigador, que cometió el error de no divulgar el cuento y lo guardó para futura oportunidad. Pero le dio oportunidad a la peor enfermedad de los colombianos, la envidia, que se manifestó en varios medios de comunicación. En poco tiempo se supo el cuento y nuestro héroe quedó como boxeador en problemas: contra las cuerdas.  No ha sido fácil la solución: se ha hablado de un funcionario adhoc para investigar la denuncia del fallecido investigador, en cuyo alrededor se han diseminado todo tipo 
de chismes, una costumbre que hasta ocasionó, hace muchos años, el odio entre Bolívar y Santander.

Nuestro personaje está en problemas. Yo le aconsejaría que utilice la principal característica de su padre, el humor, para salir del problema. No hay otro camino. GPT

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