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El Helesponto

El Helesponto de los antiguos helenos ha estado signado por la tragedia.

Desde las anárquicas hordas persas del rey Jerjes (rey de reyes) a hoy, han pasado miles de años, y actualmente, nadie, ni el profesor más nostálgico, habla del estrecho de los Dardanelos como el Helesponto. Geográficamente, los Dardanelos es un estrecho ubicado entre Europa y Asia que comunica el mar Egeo con el mar interior de Mármara y su archipiélago, y constituye uno de los pasos que necesariamente deben atravesar aproximadamente 130 buques diariamente. 

Sin embargo, en la literatura y en la Academia de la Ciencia Política, el Helesponto se ha erigido como un símbolo de decisiones importantes, estrategia y capacidad predictiva de célebres líderes. Mientras se escribe esta columna, Madrid se ha convertido en el centro de la Cumbre del Clima y COP25 se instituye como el Helesponto contemporáneo. El Helesponto de los antiguos helenos ha estado signado por la tragedia, y, sin entrar en mitos como el de Hero, o los Argonautas, cruzarlo o no cruzarlo fue una decisión que marcó el destino de cientos de miles de hombres. 

La decisión sobre la que deberían coincidir 196 países, junto con grupos de interés, asociaciones, empresas y organizaciones, durante los próximos 5 días, es, según mi criterio, cruzar el Helesponto: Comprometerse a suscribir el Acuerdo de París (que se terminará de desarrollar en COP25), en vez de solamente firmarlo. 

Las vicisitudes que enfrentan más de 20 millones de desplazados por fenómenos relacionados con el cambio climático, deberían ser más que suficientes para trabajar por frenar el aumento de la temperatura en el planeta. Se requiere el desarrollo de normativas estatales fuertes para que las empresas contribuyan a reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y la modificación de las políticas extractivas y el modelo productivo en cada uno de los países que hacen parte de la Conferencia de las Partes. 

El numeral que eligieron para englobar las publicaciones y comentarios en redes sobre COP25 es #TiempoDeActuar, el tiempo de pensar, calcular y negociar ya pasó: Es hora de cumplir metas. No sólo para tener un planeta en el cual vivir (como dicen los más sentimentales), sino para efectuar acciones puntuales para ayudar a los desplazados ambientales o ‘climigrantes’. 

La huida de poblaciones por el cambio climático es prácticamente invisible por la ausencia de registro y caracterización, lo que se deriva en carencia de protección. Evidentemente, no basta con el Mecanismo Internacional de Varsovia para las Pérdidas y Daños. El ciclón Fani en Bangladés, la ausencia de precipitaciones en el cuerno africano, los huracanes en México, y las sequías prolongadas en el corredor seco de Guatemala, deberían ser motivos más que suficientes para actuar y comprometerse. 

Se necesita alentar a las Naciones a tener más B Corps en vez de más empresas que figuren en la lista de líderes influyentes de Bloomberg, por ejemplo, porque el cambio climático hace rato que dejó de ser ‘un tema’ en la agenda, y hoy en día es condicionante del futuro. 

Invertir energía en metas humanas más que en metas corporativas, es sinónimo de superar aquella icónica frase que reza: “El éxito exige soportar demasiadas penurias”, también es sinónimo de atreverse a cruzar el Helesponto, en tiempos donde lo que está en juego no es la vida de cientos de miles de soldados, como en época de Jerjes, sino de millones de ciudadanos frágiles ante los efectos del cambio climático.

Lunes, 9 de Diciembre de 2019
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