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El infierno carcelario
Es triste vivir los sistemas carcelarios.
Lunes, 20 de Mayo de 2019

El sistema carcelario es como se sabe alucinante.  Todo lo que se ha escrito parece reflejar el infierno en sus manifestaciones radicales. vivir para ver. Se informó de un detenido en una cárcel colombiana al que solo se comunicó de su muerte a la familia quince años después. Murió violentamente en uno de los patios de la prisión. Los suyos lo supieron quince años después. Al tener noticias del deceso se apresuraron a demandar al Estado por fallas que pudieron haber ocurrido en la detención. Mientras tanto no se les ocurrió preguntar por el familiar. El Consejo de Estado al resolver la demanda interpuesta con toda razón les dijo a los familiares que no tenían derecho a reclamo alguno por haberlo dejado abandonado. Los lazos familiares también tienen un componente social que debe vivirse y respetarse porque quien se crea con derecho a reclamar indemnización. La máxima autoridad contenciosa ordeno investigar a las directivas de la cárcel por haber omitido seguramente la protección que se debía dar. Esto parece increíble y retrata de cuerpo entero lo que son los sistemas carcelarios del mundo. Quizás en unos haya más adelantos que en otros, pero lo cierto es que la perdida de la libertad es dolorosa sobre todo si se vive en centros de reclusión donde todas las miserias se conjugan. La cárcel no es un centro de entrenamiento para a vida libre sino el lugar donde todas las vilezas se enlazan para degradar. Las nociones de tiempo y espacio se pierden. Los familiares y amigos se van alejando. Al final solo queda el recuerdo de aquel hombre que un día entro a la reclusión pensado en una próxima libertad y se encuentra metido en un túnel donde los guardianes hacen de las suyas. 

Los regímenes carcelarios están hechos para sufrir. Se piensa que entre más sea suabyección será posible. Es triste vivir los sistemas carcelarios. Solo a la mano de Dios sin que se logre el objetivo de un hombre recuperado que vuelve a la libertad para ser útil. Poro no. Lo que se diga es poco. Las cárceles son paraestados donde las jerarquías imperan con prestancia. Un detenido que añora los días de felicidad vivido en las imágenes distorsionadas de lo que fueron sus amores en espera de una justicia que no les llega o les llegara tarde, terminan convertidos en criminales sin crímenes. Es la eterna deuda de la sociedad y El Estado que sigue considerando a los locos y a los reclusos como seres que no merecen compasión. Se hacen leyes dizque para rehabilitarlos, pero todo falla porque nadie quiere volverse a encontrar con ese submundo. Como el de aquel ser que se describe al principio que muere asesinado en la misma cárcel y solo a los quince años unos parientes “aviones” se viene con el cuento de sacarle unos pesos al Estado a nombre del difunto. 

Queda todo por hacer en el sistema carcelario colombiano. El que se tiene cerca.  Mientras tanto el hombre seguirá desintegrándose quizás pensando que los que están por fuera también viven la calamidad de vivir en un mundo imposible. Los de afuera son los otros detenidos y para no alargar el cuento la vorágine que se vive hoy es el preludio de la neurosis colectiva que envilece y hace prisioneros a los que deambulan en busca de algo mejor. 

Es triste vivir los sistemas carcelarios.

El sistema carcelario es como se sabe alucinante.  Todo lo que se ha escrito parece reflejar el infierno en sus manifestaciones radicales. vivir para ver. Se informó de un detenido en una cárcel colombiana al que solo se comunicó de su muerte a la familia quince años después. Murió violentamente en uno de los patios de la prisión. Los suyos lo supieron quince años después. Al tener noticias del deceso se apresuraron a demandar al Estado por fallas que pudieron haber ocurrido en la detención. Mientras tanto no se les ocurrió preguntar por el familiar. El Consejo de Estado al resolver la demanda interpuesta con toda razón les dijo a los familiares que no tenían derecho a reclamo alguno por haberlo dejado abandonado. Los lazos familiares también tienen un componente social que debe vivirse y respetarse porque quien se crea con derecho a reclamar indemnización. La máxima autoridad contenciosa ordeno investigar a las directivas de la cárcel por haber omitido seguramente la protección que se debía dar. Esto parece increíble y retrata de cuerpo entero lo que son los sistemas carcelarios del mundo. Quizás en unos haya más adelantos que en otros, pero lo cierto es que la perdida de la libertad es dolorosa sobre todo si se vive en centros de reclusión donde todas las miserias se conjugan. La cárcel no es un centro de entrenamiento para a vida libre sino el lugar donde todas las vilezas se enlazan para degradar. Las nociones de tiempo y espacio se pierden. Los familiares y amigos se van alejando. Al final solo queda el recuerdo de aquel hombre que un día entro a la reclusión pensado en una próxima libertad y se encuentra metido en un túnel donde los guardianes hacen de las suyas. 

Los regímenes carcelarios están hechos para sufrir. Se piensa que entre más sea suabyección será posible. Es triste vivir los sistemas carcelarios. Solo a la mano de Dios sin que se logre el objetivo de un hombre recuperado que vuelve a la libertad para ser útil. Poro no. Lo que se diga es poco. Las cárceles son paraestados donde las jerarquías imperan con prestancia. Un detenido que añora los días de felicidad vivido en las imágenes distorsionadas de lo que fueron sus amores en espera de una justicia que no les llega o les llegara tarde, terminan convertidos en criminales sin crímenes. Es la eterna deuda de la sociedad y El Estado que sigue considerando a los locos y a los reclusos como seres que no merecen compasión. Se hacen leyes dizque para rehabilitarlos, pero todo falla porque nadie quiere volverse a encontrar con ese submundo. Como el de aquel ser que se describe al principio que muere asesinado en la misma cárcel y solo a los quince años unos parientes “aviones” se viene con el cuento de sacarle unos pesos al Estado a nombre del difunto. 

Queda todo por hacer en el sistema carcelario colombiano. El que se tiene cerca.  Mientras tanto el hombre seguirá desintegrándose quizás pensando que los que están por fuera también viven la calamidad de vivir en un mundo imposible. Los de afuera son los otros detenidos y para no alargar el cuento la vorágine que se vive hoy es el preludio de la neurosis colectiva que envilece y hace prisioneros a los que deambulan en busca de algo mejor. 

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