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El peladero
¿De que se indignan y aterran los cucuteños cuando les espetan que son una partida de “guaches mal educados”?
Viernes, 29 de Enero de 2016

Hasta gracioso resultó la reacción de la gente y los medios de comunicación frente al escrito en Las 2 Orillas del señor Gallo.

Digo gracioso, por decir lo menos, porque en realidad las protestas altisonantes y groseras de muchos, el desgarramiento de vestiduras ante un escrito fuerte pero absolutamente verídico de la realidad de Cúcuta y la región, habla muy mal de sus habitantes, medios de comunicación y autoridades, que muestran los dientes porque les gritan la verdad en la cara, pero ni musitan palabra ante los constantes atropellos, ineficiencia administrativa, abandono estatal, corrupción rampante, negligencia y pésimos gobiernos que de manera cómplice estos ciudadanos “indignados” ayudaron a elegir.

¿De que se indignan y aterran los cucuteños cuando les espetan que son una partida de “guaches mal educados”?

¿Será que el muladar en el que convierten la ciclovia por basura arrojada a las calles, el deplorable estado en el que quedan las salas de cine de nuestra ciudad después de que las hordas de animales asisten al teatro, el desperdicio impúdico de agua lavando negocios particulares y garajes a la vía publica, el comportamiento grosero e inculto de peatones y conductores en las calles de la ciudad, la invasión inmisericorde del espacio público por mercachifles, el bajísimo nivel de lectura de nuestros jóvenes y el culto permanente al dinero fácil y mal habido que padecemos día a día en nuestra ciudad,  no es una viva muestra de los guaches que habitan esta región?

En lugar de ofendernos y atacar sin conocimiento de nada, empecemos por cambiar internamente nuestros patrones de conducta, la educación en colegios y en el hogar de los niños y jóvenes, leamos más en nuestras casas e incentivemos esos valores en los hogares, aprendamos a cuidar el medio ambiente y sus recursos, comportémonos en la calle como esperamos se comporten en nuestros hogares, prioricemos él trabajo honesto sobre el dinero fácil y la corrupción, denunciemos al que no cuida el agua, los parques, las calles.

Esa ola de disgusto innecesario que produjo el que llamaran Peladero a nuestra Cúcuta, pudiera haber sido canalizada mejor hacia una propuesta ciudadana que dirigiera esa indignación hacia los que nos dirigen, hacia los responsables de la debacle en los semáforos, en la nula inversión en servicios prioritarios como el nuevo acueducto para la ciudad, a la piñata impúdica en que pretenden convertir los recursos públicos, apañándose unos a otros con la misma cobija de la impunidad, a protestar por el espectáculo desvergonzado de elegir en los organismos de control a los amigos de la administración de turno, con tal de que los dejen usar y abusar de su poder para perpetuar el robo descarado de la inversión urgente que se requiere.

Y si, desafortunadamente somos un Peladero, no porque la ciudad se vea como tal, sino porque cada día  nos alejamos del progreso alcanzado por muchas regiones de nuestro país, donde  cuentan con ciudadanos cultos, educados y políticamente inteligentes para saber elegir al capaz, al que menos roba, al que piensa en grande y en lo público más que en su enriquecimiento ilícito personal. No se disgusten ciudadanos ilustres, mejor sientan vergüenza y desde su interior inicien el cambio que esta ciudad requiere y anhela.

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