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El poeta de Amagá

Betancur, un antioqueño producto de su propio esfuerzo, sin apellidos rumbosos desempeñó desde los más humildes hasta los mas altos cargos.

En los días finales del año pasado falleció el expresidente Belisario Betancur Cuartas, el más simpático y controvertido de los personajes que han ocupado el Palacio de Nariño y dejado su impronta en la historia nacional. Su paso por la primera magistratura estuvo rodeado de gravísimos problemas, el menor de los cuales fue su enfrentamiento con los enemigos de la paz y los mayores, la toma del Palacio de Justicia y la tragedia de Armero. No se ha dicho, sin embargo, que una de sus decisiones mas controvertidas fue el rechazo de la sede del mundial de futbol de 1986, que le fue concedida a Colombia gracias a las gestiones del desaparecido dirigente Alfonso Senior.

Betancur, un antioqueño producto de su propio esfuerzo, sin apellidos rumbosos desempeñó desde los más humildes hasta los mas altos cargos. Logró llegar a la primera magistratura gracias a la maniobra que realizó un candidato liberal, que le quitó setecientos mil votos al representante oficial de la bandera roja, y le abrió así el camino al poeta de Amagá. 

Sus más divulgadas promesas fueron la casa sin cuota inicial, la universidad a distancia y la seguridad de que al terminar su mandato no volvería participar en política. Cumplió parcialmente los dos primeros y en su totalidad el tercero. No repitió el pecado que han tenido muchos de sus sucesores de meter la cucharada en las decisiones de quienes los sucedieron en la primera magistratura. La cumplió gracias a que, tal vez, al reintegrarse a la vida civil no tenia seguidores y en lo único que quiso participar fue en el programa de paz del presidente Juan Manuel Santos. De resto ni siquiera volvió a las convenciones del partido conservador, la colectividad que lo llevó a la presidencia.

Tuvimos una lejana pero cordial relación. En varias oportunidades me reclamó mis columnas en las que se formulaba críticas, pero nunca trató de censurarme. Era tan simpático que dije en varias oportunidades, y lo repito, que para no ser belisarista había que estar vacunado, y yo lo estaba. Era muy grande su simpatía, tal vez producto de su larga vinculación al periodismo, profesión en la que había iniciado su carrera política.

Peleó con uno de sus grandes amigos como Jaime Michelsen, quien tuvo que exiliarse en Panamá hasta que pudo volver al país poco antes de su muerte. De manera exótica concedió un reportaje póstumo de dos paginas en el que confesó las razones por las cuales no pudo hacer la paz con las guerrillas, aunque si colaboró con el Presidente Santos en sus acuerdos con las FARC. Sus últimos días los dedicó en lugar de hacer política, a su principal debilidad, la poesía, al extremo de que solicitó ser velado en la Academia de la Lengua y ser sepultado al lado de su primera esposa, sin tener en cuenta para nada su condición de ex presidente. Ojalá se escriba una biografía imparcial sobre este hombre humilde que llegó a los más altos cargos.GPT 

Viernes, 4 de Enero de 2019
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