La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
El que pega primero va a pagar
Viernes, 15 de Mayo de 2015

La semana pasada Google puso en conocimiento público la estadística de accidentes de tránsito en los que han estado involucrados sus prototipos de carros sin conductor humano, o auto-conducidos, como los han bautizado.

Dicha estadística señala que estos carros han tenido un total de 11 accidentes durante los 2,7 millones de kilómetros que han recorrido en estos seis años en calles y autopistas de Estados Unidos.

Pero Google ha sido determinante en afirmar que absolutamente todos los accidentes han sido “errores humanos” de los conductores de los otros vehículos, y que sus autos están libres de toda responsabilidad.

Y es que a pesar de lo avanzado de los sensores, la sofisticación del software que maneja los carros y la rapidez con la que pueden reaccionar, hay situaciones en las que es imposible evitar un accidente; por ejemplo, en 7 ocasiones el carro de Google fue chocado por detrás, sin tener tiempo o espacio de actuar.

Estas estadísticas nos llevan a reforzar una teoría que poco a poco va cobrando fuerza, y que le escuchamos en una conferencia en Bogotá el mes pasado a Jeffrey Cole, un reconocido experto en tecnología y asesor de la Casa Blanca en estos asuntos.

Jeffrey señalaba que lo más probable era que, en unos 25 años, cuando los carros sin conductores se vuelvan estándar, no se emitan más licencias de conducir a los “peligrosos” seres humanos.

Tiene mucha lógica este argumento cuando se descubre que en Norteamérica al menos el 75% de los accidentes de tránsito son causados por errores humanos, accidentes que han traído como consecuencia la pérdida de unas 180.000 vidas cada año.

Estas estadísticas entonces le dan la razón a Jeffrey, quien quiere un futuro, no muy lejano, en el que sólo circularán en las calles y autopistas, carros auto-conducidos por computador, sin los peligros inherentes a nuestras debilidades humanas. Y cuando ese futuro llegue, les mostraremos a nuestros nietos la vieja licencia de conducir, con el orgullo y la nostalgia de una época en la que aún éramos medianamente capaces de manejar nuestros propios autos, aunque de vez en cuando nos matáramos en el intento.

Temas del Día