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El relato de inseguridad como arma política

Cúcuta está atravesando, desde hace mucho tiempo, un contexto de violencia generalizada.

Existe una frase generalmente atribuida al físico Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.

El día 27 de enero del presente año, los ciudadanos presenciamos el debate de control político organizado por el Concejo Municipal al cual fueron citados: el comandante de la Policía Metropolitana y a las secretarías municipales de Gobierno y de Seguridad. El tema propuesto: la seguridad ciudadana de nuestro municipio San José de Cúcuta. El resultado no fue otro más que la introducción de un relato de sensación de inseguridad en la opinión pública y el rechazo de plano de las iniciativas provenientes de la alcaldía municipal.

Cúcuta atraviesa un problema evidente, nadie lo puede negar. Nuestro municipio está atravesando, desde hace mucho tiempo, un contexto de violencia generalizada cuyas causas -se intuye- son la falta de oportunidades, el abandono estatal, el narcotráfico, la presencia de grupos armados ilegales, sumado a la crisis humanitaria derivada de la migración masiva.

No obstante, según las intervenciones escuchadas en el recinto del Concejo, se observó la construcción de un relato sobre la percepción de inseguridad como herramienta de ataque político. La criminología mediática, término que según Zaffaroni se utiliza para la referirse a la creación de una realidad a través de la información, subinformación y desinformación que convergen en prejuicios y creencias como soporte de un análisis simplista de las causas criminales; lo anterior desemboca en una urgencia que no admite la reflexión y ejerce una censura inquisitorial a cualquier tentativa de invite a pensar. En ese sentido, toda iniciativa que vaya en dicha dirección es rechazada y estigmatizada como abstracta, idealista, teórica, especulativa, alejada de la realidad, ideológica, etc.

Naturalmente se reconoce que exista una preocupación por abordar tan neurálgico tema. Sin embargo, la opinión pública corre riesgo cuando es instrumentalizada por una política del miedo. Hacer descender mesiánicamente la solución y captar la favorabilidad de ésta es su telos, ya que una población asustada, es la mejor presa para la irracionalidad y el autoritarismo.

De la misma manera, incrementar el pie de fuerza, ver soldados en las calles o sentirse vigilado por un big brother en cada esquina son soluciones que pueden resultar populares, pero que a la larga ineficaces. No se puede atacar una enfermedad sin antes conocerla a ella y a sus síntomas. La construcción de una política pública integral que pretenda basarse en evidencia no se hace de la noche a la mañana, no se presenta, como se mencionó en el debate, desde el primer día de gobierno. Estudiar y conocer, cuales son empíricamente los fenómenos y las causas del delito en nuestra ciudad es condición sine qua non para confeccionar una política seria y que pretenda transformar la realidad local. Es hora de innovar para intervenir el delito según los avances que política criminal ha tenido en los últimos años y no seguir en el mismo pavoroso remolino de repetir las mismas medidas de siempre que, como diría Garcia Marquez, sigue condenando nuestras estirpes a cien años de soledad. 

Viernes, 6 de Marzo de 2020
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