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El sueño de la descentralización

Lo que realmente generaría un impacto en el sueño de la descentralización sería lograr adaptar políticas nacionales a necesidades y preferencias territoriales.

El sueño de la descentralización en Colombia se ve cada día más intrincado. A pesar de los esfuerzos que hicieron gobernantes locales salientes por disminuir las brechas de atraso en relación con el desarrollo y en comparación con la capital del país, las dificultades de las regiones en cuanto al cumplimiento de sus competencias persisten, y no sólo en términos de falta de recursos. 

La planeación; formulación y estructuración de proyectos; el saneamiento fiscal; el ordenamiento del territorio y buen uso del suelo son elementos que serán juzgados durante los mandatos locales y que podrían tener un mejor desempeño si aumentáramos el grado de descentralización en Colombia. Para lograrlo, el Representante a la Cámara por el departamento de Atlántico, César Lorduy Maldonado, plantea la necesidad de enviar algunos ministerios a las regiones. 

La propuesta se sustenta, según el representante, con base en las contradicciones que se presentan en temas como tener que trasladar a las comunidades indígenas desde cada uno de los departamentos a la capital del país, para poder ser atendidas en el Ministerio del Interior. Es claro que la dependencia de Bogotá ha sido perjudicial para las regiones en un sinnúmero de casos, y que en los municipios se requiere mayor comunicación con el nivel central para viabilizar los proyectos que la ciudadanía reclama. Sin embargo, pensar la descentralización desde una perspectiva física en vez de estratégica es un error. 

Realizar el traslado de carteras “sobre la base de un análisis de fortalezas y debilidades de acuerdo con las vocaciones de las regiones”, como señaló Lorduy, no va a solucionar el problema. De todas maneras, aún después de dicho análisis y suponiendo que trasladáramos algunos ministerios a departamentos, van a continuar los vacíos en otros departamentos respecto de la presencia física de la burocracia estatal. 

La incorporación de personas de las regiones en la burocracia central, que también se ha utilizado como ‘mecanismo’ de descentralización, tampoco genera ningún tipo de incidencia. Se necesitan ministros que interpreten las necesidades de las regiones en cada una de sus carteras, y no un ministro oriundo de determinada región que vele por su región.

Para cumplir las metas del Plan Nacional de Desarrollo se necesitan logros articulados con las necesidades territoriales que se proyectarán en los Planes Municipales de Desarrollo. Más que presencia física se necesita fortalecer estructuras, generar agendas de articulación y priorizar los proyectos de las regiones que van a impactar en los aspectos que busca mejorar el PND. 

Lo que realmente generaría un impacto en el sueño de la descentralización sería lograr adaptar políticas nacionales a necesidades y preferencias territoriales. Descentralizar la educación no es trasladar MinEducación a Norte de Santander, por ejemplo, sino transformar ese modelo desgastado y anacrónico de pruebas estandarizadas y estudiantes homogéneos por una visión que permita construir las capacidades educativas de los alumnos en torno a la vocación económica de los territorios: La agrícola del Catatumbo, la comercial y de servicios de Cúcuta, o la minera de municipios como Bochalema. Para lograr la descentralización de la educación en N. de S. se requeriría, adicionalmente, avanzar en etnoeducación en los municipios donde se asientan los Barí o los Uwa.

Ninguna de estas ideas requiere el traslado físico del ministerio a Cúcuta, Ocaña o Pamplona, únicamente se necesita planeación e implementación de políticas nacionales con enfoque territorial y apoyo técnico para el cumplimiento de las competencias territoriales en cada uno de los sectores que componen los pactos del PND.    

Martes, 14 de Enero de 2020
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