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En defensa del lenguaje incluyente

Esta semana un juzgado de Bogotá ordenó incluir la palabra “todas” en el lema de la administración Peñalosa.

Esta semana un juzgado de Bogotá ordenó incluir la palabra “todas” en el lema de la administración Peñalosa: de “Bogotá mejor para todos”, a “Bogotá mejor para todos y todas”. Y bueno; reaparece la polémica sobre la relevancia del lenguaje incluyente. Por una parte, surgen posturas que defienden el argumento principal de la Real Academia Española (RAE): la economía del lenguaje. “El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino”, afirma la RAE. Más adelante volveremos sobre este punto.

Por otra parte, se reproducen una serie de burlas que aunque pueden llegar a divertir, le hacen mucho daño al debate. Opacan el fondo de la discusión. Recordar que Nicolás Maduro afirmó que entregaría “libros y libras” en una escuela y, que este es un reflejo del lenguaje incluyente, es gracioso pero no aporta; publicar en redes sociales que ahora tenemos que decir “idiotas e idiotos” para ser más incluyentes también puede divertir, pero tampoco suma. Finalmente, las personas que deciden comprender más y mejor el fondo del asunto se hacen una pregunta absolutamente válida, constructiva, pragmática: ¿sirve el lenguaje incluyente para que la sociedad avance en materia de equidad y, a su vez, disminuya la violencia de género? 

Frente al anterior cuestionamiento suelen surgir dos posturas: sí, por parte de quienes piensan que es una acción afirmativa y que el lenguaje también transforma la sociedad; no, indican quienes creen que es sólo una postura progresista que nada aporta al cambio social. Y claro, existen posiciones que acertadamente se mueven en grises, que matizan, que van a la raíz, que no caen en la trampa de la dicotomía: comprenden que es parte de la equidad de género, pero no lo es todo. Entienden que así sea complejo cambiar la estructura de la lengua, esto no debe ser un impedimento para avanzar en una de las transformaciones que reclama dicha equidad. Posiciones que priorizan los derechos de las personas, y no la estética de un idioma. Y la evolución debe llevarnos a los derechos; no a las purezas lingüísticas propias de las clases más opresoras. 

La RAE es la “autoridad” en materia de la lengua española, pero no debe olvidarse que esa autoridad se construyó por medio de la opresión. De allí que la llamada objetividad, la misma que determina y dicta la “economía del lenguaje”, sea masculina y eurocéntrica. El año pasado la periodista Belén Remacha publicó el artículo “La curiosa misoginia de la RAE”; en este, expone entre muchos otros datos, que durante tres siglos esta institución sólo ha aceptado a once mujeres en la academia. ¿Es la economía del lenguaje un criterio válido, cuando se ha concebido a partir de una mirada exclusivamente masculina? Las lenguas están llamadas a cambiar a través de la evolución de las sociedades; a la comprensión y aprehensión de sus derechos, y este es un tema de derechos: no un capricho de forma, ni una simple necesidad de abrazar la corrección política.

En el año 2008 trabajé con la Red Nacional de Mujeres Afrocolombianas en el pacífico colombiano. Una de sus representantes me contaba que se sentía reconocida y empoderada con la palabra “lideresa”; con la expresión “líder”, no. Decía: “líderes son los hombres, lideresas somos las mujeres: así nos reconocemos”. ¿Cómo, protegiendo la lengua y su supuesta pureza, negamos esa realidad? No sé ustedes, pero yo sí imagino a una niña leyendo el lema “Bogotá mejor para todos y todas”, y la imagino reconociéndose en un lenguaje al que su madre no tuvo acceso, lenguaje en el que también se configuran derechos. El lenguaje es poder. Y, como lo afirma Mara Viveros, directora de la Escuela de estudios de género de la Universidad Nacional, “la expresión todos y todas no solo hace visibles a las mujeres sino a todos los grupos sociales que han sido subordinados”. 

Lenguaje también es una estructura de poder. Banalizar este debate es simplificar uno de los innumerables factores que alimentan la violencia de género. 

Jueves, 14 de Diciembre de 2017
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