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En la recepción del hotel

De todas maneras parece que la salida del Reino Unido no es tan fácil...

La semana pasada me encontraba en la recepción de un conocido hotel bumangués donde tengo como interlocutor a un ciudadano inglés, y no desaprovecho la oportunidad para auscultar su criterio sobre el denominado Brexit.

De entrada, se sorprende que le pregunte sobre el tema, pero tampoco tiene agua en la boca para despacharse contra los políticos populistas que impulsaron el Brexit, porque, dice, si ponemos en la balanza lo positivo y lo negativo, definitivamente tiene más de lo último que de lo primero.

Le recuerdo que, al día siguiente de la votación, la cual fue el 23 de junio de 2016, los mismos electores que votaron por la salida de Reino Unido -RU- de la Unión Europea -UE-, pidieron que se repitiera la votación, o mejor, el referendo, algo imposible. Aquí en Colombia es donde suceden cosas extraordinarias -en el sentido de salirse de lo corriente-, porque si un presidente de la República pierde un referendo, hace sonar los dedos pulgar y corazón y como por arte de birlibirloque termina ganándolo e ignorando la voluntad popular. Eso es tropicalismo.

Me dice el “amigo” que sus coterráneos no se documentaron bien sobre el tema, que se quedaron con el énfasis que los populistas hicieron sobre un supuesto daño del fenómeno de la inmigración, y votaron con “emocionalidad” y no con la razón, como aquí, en nuestro medio, donde los electores sufragan por un candidato presidencial que, aun conociéndolo en sus actos, ideas y que irresponsablemente promete el oro y el moro, no razonan y se puede predecir que resultará peor el remedio que la enfermedad. Más aún, electores que uno supone ilustrados, son dogmáticos y se vuelven violentos.

De todas maneras parece que la salida del Reino Unido no es tan fácil, tanto en lo político, porque su propio partido censura acerbamente a la primera ministra May; en lo procedimental, porque el resultado de la negociación debe ser aprobado por el Parlamento inglés y el Consejo Europeo por mayoría calificada y, además, porque en la manifestación del pasado 23 de junio en Londres, al cumplirse dos años del referendo, los manifestantes exigieron que los acuerdos con la UE también sean sometidos a referendo, y en lo económico, porque, como se ha dicho profusamente por todos los medios, se calcula que el Reino Unido debe pagar a la Unión Europea la suma de 65 mil millones de dólares, que es el cálculo de las obligaciones financieras del RU con la UE. 

Hoy se habla de convocar otro referendo, lo cual es impensable para el gobierno de la primera ministra Theresa May, y en su edición del pasado 11 de octubre la prensa internacional informa que “perros y amos marcharon en Londres para rechazar el Brexit. Los manifestantes llamaron jocosamente al evento «guauferéndum». Es el modo de los manifestantes pedir un nuevo referendo para evitar la salida del Reino Unido dela Unión Europea”, porque saben que es más lo que pierden que lo que ganan. 

Lunes, 15 de Octubre de 2018
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