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Encargar hijos: el asunto más serio del mundo

Una vez ocurrió la concepción, no hay marcha atrás. Hay que enfrentar lo que se venga.

Hace unos días una mujer de más de siete meses de embarazo, abortó. El padre de este ser humano completamente formado, hizo hasta lo imposible para evitar la muerte de su hijo. Recurrió a la tutela, pero la Corte Constitucional, muy lamentablemente, no le dio la razón, y si a la mujer.

Todavía no entiendo por qué la Corte o Profamilia no ordenaron que más bien le practicaran una cesárea a esa mujer, que no merece que alguna vez un nacido de sus entrañas la llame madre. Que le practicaran una cesárea y entregaran el hijo al padre, que estaba dispuesto a criarlo, y a amarlo. 

Por demás fue deplorable la actuación de Profamilia, que la verdad no entiendo porque tiene este nombre. Le quedaría mejor antifamilia. Y la de la Corte es todavía más deplorable; le importó un reverendo pepino la vida de un ser humano que bien ya podía vivir por fuera de la placenta.

Yo estoy totalmente de acuerdo con las tres causales de aborto de la Sentencia C-355 de 2006. No es lo ideal, pero, lamentablemente, toca escoger de dos males el menor. Lo ideal sería que no existieran las violaciones y que Dios hiciera las cosas bien hechas, bebes sin malformaciones y embarazos sin riesgo para la vida o salud de las madres. 

Sin embargo, no veo ninguna relación entre esas tres causales y la situación en cuestión. Según la versión del padre, ese hijo fue planeado por ambos, tampoco presentaba malformaciones y la mujer no tenia en peligro la vida o la salud. Al parecer, el argumento de la mujer para solicitar el aborto era que no tenía las condiciones socioeconómicas para criarlo. Argumento que, por otro lado, no es válido, pues el padre se haría cargo de él. 

Ese argumento, la verdad, lo considero estúpido. Tener un hijo es un asunto muy serio, por no decir que, es el asunto más serio del mundo. Una vez se encargó un nuevo ser para poblar y renovar el mundo, no se puede ni se debe echar para atrás, y por ninguna razón. Lo que viene en camino es un ser viviente, no un celular o un televisor, que si no nos agrada lo podemos desechar y comprar otro.  

Una vez ocurrió la concepción, no hay marcha atrás. Hay que enfrentar lo que se venga. Esto debe tenerlo bien claro la mujer. ¿Por qué la mujer y no el hombre? Porque la mujer, según la Corte, es en últimas quien decide sobre la vida o la muerte del ser que lleva en sus entrañas.   

Esto que acaba de hacer la Corte es un muy peligroso precedente. No falta que un día de estos aparezca una mujer con un arguyo risible: “estoy deprimida y sicológicamente mal porque voy a perder la figura”, o, “estoy pensando en suicidarme a raíz de que los recién nacidos acaparan mucho tiempo y no podré rumbear por mucho tiempo”. Y con la excusa de resguardarles la salud mental, les aprueben abortar.  

En una hermosa canción del rey del despecho, Darío Gómez, ensalza y homenajea a la mujer que, quedando embarazada en una ocasión que solo buscaba placer, “es muy resuelta para responder por él (el hijo)”. Que tiene más que claro que “todos tenemos derecho a la vida, a todos no palpita un corazón” ¿Dónde están esas mujeres que piensan que uno de los mayores honores y privilegios del género femenino es dar vida? ¿Qué pasó con el amor maternal, el considerado incondicional por excelencia?     

Viernes, 21 de Febrero de 2020
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