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Entre paros, marchas y ‘cacerolazos’

El corazón de Ocaña se convirtió en un verdadero ‘polvorín’.

Ubicado en la parte alta del parque 29 de Mayo, a pocos metros del palacio de gobierno municipal, junto con Alix Marina Ojeda, expresidenta del Círculo de Periodistas y Comunicadores de Norte de Santander, el pasado jueves 21 de noviembre, observé la entrada de los millares de marchantes que venían desde el norte de la ciudad, a eso de las 12:30 del día.

Mi memoria me permitió trasladarme 32 años al mismo lugar, cuando como director del noticiero de la emisora diocesana Radio Catatumbo, asumí el exigente compromiso de cubrir los casi ocho días del paro del nororiente.

Aunque la protesta contra las políticas del gobierno del presidente Duque fue multitudinaria y el parque central casi se llena, en la oportunidad anterior, la concentración de campesinos, docentes y sindicalistas de Telecom, Distrito de Carreteras No. 2, Hospital Emiro Quintero Cañizáres, Centrales Eléctricas de Norte de Santander y de la administración municipal, fue apoteósica y riesgosa.

Los miles de marchantes fueron rodeados por centenares de soldados del Batallón Santander y los ánimos tendían a exacerbarse pero los dirigentes del movimiento y los comandantes del ejército y la policía manejaron la contingencia con mucha prudencia, sin ignorar la experiencia y sabiduría del entonces alcalde Rafael Salas Heinz.

El corazón de Ocaña se convirtió en un verdadero ‘polvorín’, la más mínima imprudencia de cualquiera de las partes, hubiera sido fatal. Sin embargo, recuerdo una mañana de los larguísimos ochos días de la protesta rural, cuando un campesino mayor se abalanzó sobre un soldado, no para agredirlo sino para abrazarlo. Era el hijo que hacía muchos meses no veía.

Junto con mis amigos y colegas, Omar Páez y Aliro Angarita , que me apoyaron en el cubrimiento periodístico, compartí momentos de tensión y susto, pero también momentos muy simpáticos y agradables.

El edificio Dulce Nombre, donde aún funciona la emisora más antigua y popular de la región, en la segunda semana de junio de 1987, los campesinos acudían constantemente a enviar mensajes a sus familiares, y también de vez en cuando se acercaban algunos militares; en vista de esa comprometedora situación, al primero de los comunicadores mencionados se le ocurrió afirmar que el gigantesco cuadro que había en la gerencia, del Papa Juan Pablo II, tenía en la parte trasera la imagen del Che Guevara, de manera que se volteaba de acuerdo con los visitantes.

Al creativo mamagallista y compañero, le dio por ampliar la versión que supuestamente recogió de un influyente empleado de la emisora, que entre otras no era partidario del paro y de una eventual revolución, ya que le podrían expropiar la humilde casa que tenía en el sur de la ciudad: “Ahora sí , el ejército va a acabar con la guerrilla, porque trajeron unos helicópteros que ´aterrizan´ en los árboles”.

La tensión, responsabilidad, miedo y cansancio, que significaron la difícil pero valiosa experiencia periodística, muchas veces amaneciendo con los campesinos, se mitigó en la casa del hoy gerente de Rumba Estéreo, con algunos tragos y la graciosa repetición de los cuentos adornados por Omar Alonso.

Recuerdo el liderazgo y la excelente oratoria de Gustavo Rugeles, el supuesto campesino que dirigió y controló a los centenares de campesinos que vinieron de distintos municipios del Catatumbo y el sur del Cesar a reclamar reivindicaciones sociales y que posibilitaron que los ocañeros lográramos significativas mejorías en el suministro de agua potable y energía eléctrica, y en materia de salud.

Treinta y dos años después, regreso al parque 29 de Mayo , junto a Alix Marina y mi amigo Pedro Rizzo, observo la multitud, no de campesinos, sino de universitarios, docentes, líderes comunitarios y personas del común, que esperan que el gobierno nacional reaccione y cumpla con la paz, salud, educación y bienestar general de los colombianos.

Al presidente Iván Duque Márquez , al gobernador Silvano Guerrero y al alcalde Samir Casadiego Sanjuán, hay que recordarles que el Hospital Emiro Quintero Cañizares colapsó y que por tanto es urgente la ampliación de la planta física y su personal médico; que tenemos un aeropuerto sin aviones; que las fuentes que nutren a los acueductos se están agotando y el servicio de acueducto ha desmejorado últimamente; y que la inseguridad nos está agobiando.

Las gestiones que se hagan a partir del año entrante serán suficientes o habrá necesidad de acudir a más paros, marchas o cacerolazos?    

Miércoles, 27 de Noviembre de 2019
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