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¿Ese tal cambio climático existe?
El cambio climático debe también ser un llamado a los ciudadanos de todos los países, que esto no lo puede decidir una burocracia estatal.
Viernes, 1 de Septiembre de 2017

Las lecciones de Harvey

Empiezo por manifestar mi pena por los graves estragos que el huracán Harvey ha producido en el estado de Texas, y en particular, en la ciudad de Houston. El diario New York Times en su versión digital del 28 de agosto de 2017, informa de 10 muertos, muchos heridos, pero sobre todo registra que la cuarta ciudad más grande de los Estados Unidos está inundada. Y las lluvias torrenciales, para esa fecha, no habían terminado. Todos los cuerpos de emergencia han sido sobrepasados y desde ya se pide toda la ayuda nacional e internacional que pueda darse.

La mañana siguiente a la llegada del huracán al continente con una magnitud 4 de 5, el corresponsal de CNN en español, que ha cubierto varios huracanes, estaba impresionado porque, según él, una vez pasa un huracán, al otro día el sol brilla, pero con Harvey, la magnitud había bajado a 1, pero se hallaba “estancado”, es decir, por primera vez un huracán no pasó, se quedó. Y decreció a tormenta tropical y siguió estancada. Como en el caso del huracán Sandy que devasto el sur de Manhattan en Nueva York, aquí también hubo “una mortal combinación de factores”, incluyendo agua caliente en el golfo de México y viento escaso en la atmosfera superior, que hubiera sacado la tormenta del continente, según relata el New York Times. Y concluye citando un twitt del Servicio Nacional del Clima, sosteniendo que “El evento no tiene precedentes y todos los impactos son desconocidos y más allá de cualquier cosa que se haya experimentado”.

Lo que impresiona es que esto suceda en la capital del petróleo, donde muchos empresarios petroleros niegan el cambio climático. En una pasada columna mía en La Opinión, mencioné que un problema del cambio climático es que es más lo que no sabemos, que lo que sabemos; es decir, es tal el número de variables intervinientes, cuyas relaciones ni siquiera hemos empezado a plantear, que solo hasta ahora podemos iniciar a plantear. El caos, mundo de lo desconocido, se puede definir como “una mortal combinación de factores”. El presidente Trump que retiró a Estados Unidos del acuerdo de París para reducción de emisión de gases efectos invernadero, provenientes principalmente de los hidrocarburos (petróleo), tendrá que elaborar un argumento más creíble, para que parado ante la devastación texana, siga sosteniendo que el tal cambio climático no existe. En otro producto del caos, que esto haya sucedido donde sucedió, es lo que los religiosos llaman “justicia divina”.

El cambio climático debe también ser un llamado a los ciudadanos de todos los países, que esto no lo puede decidir una burocracia estatal. En Colombia, asentada en la franja tropical del planeta, la más amenazada por el cambio climático, no podemos permitirnos el lujo de seguir eligiendo personajes que siguen considerando a Ecopetrol la caja del “estado social de derecho”. Es indignante que una de las propagandas más sonadas de Ecopetrol, por allá en 2010, es la que decía que ahora el diesel era “limpio”, lo cual permitió concluir que todos los años anteriores el diesel era “sucio”, traduciéndose esto como un combustible altamente contaminante. Y el diesel, que aún limpio es más contaminante que la gasolina, el GLP o el gas natural, y que en todos los países es el más costoso combustible automotor, para “desestimular” su uso, en Colombia es de lo más baratos y el de mayor crecimiento. Pero como la lógica es que el estado necesita recursos, y como Ecopetrol ahora dispone de diesel, hay que venderlo. Es la lógica de la economía de vaca lechera para lograr “equidad social”, girando contra el clima. 

Cuando vaya a votar por el Congreso, piénselo bien y mire quienes han acompañado esta política “económica” contra-ambiental, aparte de otras perlas. Y si va a vender su voto, sepa que los ríos cada vez tendrán menos agua para los acueductos, llevando a sequías, y que el agua volverá en forma de lluvias torrenciales, que todo lo arrasa; a lo cual se suma que el estado no tiene una política de mitigación de efectos del cambio climático. Y tampoco les crea a antiguos fundamentalistas de izquierda que hoy posan de ambientalistas; son solo fundamentalistas. Seguir votando mal nos está llevando a que se nos acabe la pared como al borracho.

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