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Fake-periodismo
De medias verdades está lleno nuestro periodismo. 
Sábado, 1 de Febrero de 2020

Estamos asistiendo en Colombia a uno de los momentos más oscuros del periodismo, el que podríamos llamar de fake-periodismo, o periodismo mentiroso. ¿Cómo miente? Alguien dijo hay tres formas de mentir: la mentira-mentira, las medias verdades y las estadísticas. Veamos cómo se desarrollan.
 
En las primeras, las mentiras puras, son expertas las llamadas bodegas de internet, que son creaciones políticas, que buscan mediante la mentira, el engaño, la calumnia y la apelación a lo personal, destruir a sus oponentes políticos. En Colombia hay varias famosas, e internet se ve inundada todo el día de esta basura. Lo que es increíble es que hay “periodistas”, qué por su falta de ética o por su inocencia, les hacen resonancia a esas bodegas. 

De medias verdades está lleno nuestro periodismo. Para la muestra un botón: las fosas comunes de la escombrera de Medellín, adjudicadas como falsos positivos, resultaron ser por asesinatos de la guerrilla. Y como medias verdades podemos registrar también la “subida” de personajes cuya importancia política no lo merece, o la “desaparición” de personajes para quitarlos del radar. El primer caso es Gustavo Petro, un político populista de izquierda con 500 mil votos en Bogotá, y que está todos los días en la prensa por sus opiniones, y se registra, además, como el candidato político “alternativo”. Y de contera, de esa manera siguen bogotanizando la agenda política nacional, es decir izquierdizandola, poniendo en primera fila a personajes como Robledo, Ivan Cepeda, Roy Barreras, y otros de ese perfil. Pero igual de “extraño” a lo de Petro, es la desaparición en la prensa nacional del narcoterrorista Jesús Santrich, que fue objeto de seguimiento periodístico diario hasta que se voló. Esto no es inocente; si no está en prensa, la justicia puede diluir el caso de este criminal, que según parece fue lo acordado con Santos, y que algunos periodistas filosantistas cumplen al pie de la letra, empezando por sobrinos y cuñados del tristemente célebre Nobel.

Con estadísticas, nuestros analistas de prensa transforman la noche en día. Se distinguen por ser manipuladores de cifras sin contexto, y al mismo tiempo analfabetos matemáticos, por lo que aquellas solo les sirven para “usarlas” en defensa de sus sesgos ideológicos. En su mayoría son progresistas, es decir filoizquierdistas, que además han vivido siempre del estado. Y varios de esos “progresistas” son los mismos que hoy defienden a Irán tras la muerte del general Soleimani. Esos “progresistas” apoyan un régimen iraní confesional, racista, homofóbico y que degrada a la mujer. El régimen iraní implantó un estado musulmán de línea chiita en guerra a muerte contra los infieles (todo el que no sea musulman) y contra los odiados herejes (los demás musulmanes, en especial los sunitas). Es racista pues persigue minorías como los kurdos y otras nacionalidades no “persas”. El homosexualismo es delito castigado con pena de muerte. Y respecto a la mujer, según el código civil iraní, el valor de su vida es la mitad de la de un hombre. Además, una mujer de menos de 40 años no puede salir del país sin permiso de un hombre, sea papá, esposo o hermano. Ese es el régimen que hoy las farc, brazo político, defienden y llaman a protestar contra Estados Unidos por el “asesinato” de Solemaini. Ese es la mente progresista latinoamericana.

Juan Gossain dijo que el periodismo en Colombia hoy se revolvía en el mismo lodazal de los políticos. Se quedó corto. Es una especie de “fake-periodismo políticamente dirigido”, al servicio de “grupos” económicos nacionales y extranjeros, con intereses en la agenda política nacional e internacional (España por ejemplo). Decía Belisario Betancur, a quién el M19 le hizo el mayor daño a su gobierno, que “prefiero una prensa desbocada, a una prenda amordazada”, pero, ¿qué hacemos con una “prensa politizada” y militante? 

“La verdad tropieza con tiempos difíciles y prospera la mentira; el hombre honesto cae y medra el hipócrita; el leal llora y el traidor ríe […] la guarida del león se ha transformado hoy en un nido de avispas, y los espías zumban en sus celdas […]”, dijo el pensador turco Ibrahim al-Muwaylihi, a principios del siglo XIX, ante la degradación del imperio otomano. Eso que se dijo en 1815, aplica a la Colombia del 2020. Por eso, hoy no sólo hay que leer (oír y ver), sino hacerlo con todo el sentido crítico, para no caer en la categoría de idiotas útiles; como decía Yordano, en los medios de comunicación “la verdad hace rato que se fue de viaje”.

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