Este año la Feria del Libro de Bogotá -Filbo- se ha destacado entre las anteriores versiones por ampliar la oferta del libro provenientes de países que participan con muestras --- de sus últimas producciones. el mejoramiento de la infraestructura ha permitido un despliegue artístico de la estantería y la confianza de los editores en que el libro todavía sobrevive los avatares de la tecnología contemporánea. Un esfuerzo digno de destacarse.
Entre los temas que son de nuestro afecto están los libros que siguen ampliando una visión garciamarquiana, tales como “Dichos, refranes y locuciones en las novelas de García Márquez”, del Instituto Caro y Cuervo; y, “Vida cotidiana en tiempos de García Márquez”, de Julio Olaciregui”. Dentro de esta cosecha destaco también la presentación del libro “De Comala a Macondo. Rulfo y García Márquez intérpretes de la historia latinoamericana”, de Jorge Meléndez Sánchez, antiguo columnista de La Opinión. Sobre este último libro quiero dedicar esta columna.
Este libro está dividido en dos partes. Una, se refiere a la visita realizada a México en el segundo semestre del año 2017, cuando el autor tuvo la oportunidad de disertar sobre la Literatura latinoamericana en el campus de la Universidad Autónoma de México -UNAM- ante un selecto auditorio de especialistas. Como dicha conferencia permitió un buen debate sobre García Márquez y Juan Rulfo, Jorge Meléndez quiso corresponder escribiendo una obra que promueve interrogantes sobre la inspiración que pudo recibir de México nuestro premio Nobel. La primera parte ofrece una propuesta sobre la conceptualización de Comala como forma de reflexión sobre la cotidianidad mexicana.
La segunda parte del libro de Meléndez toma de punto de partida el improvisado debate de la senadora María Fernanda Cabal sobre la cuantificación de muertos en la llamada Masacre de las bananeras. Esta temática facilitó a Jorge Meléndez presentar la minibiografía del sacerdote ocañero Francisco C. Angarita, quien en su ejercicio sacerdotal le correspondió bautizar en Aracataca al futuro genio de la literatura, darle las primeras orientaciones en lectura, ser el allegado a la familia García Márquez durante toda su vida. Este sacerdote fue a su vez amigo y profesor de Meléndez Sánchez en la Escuela Normal de Ocaña, cuando ya era un venerable octogenario que regresó a su tierra, donde su hermana Rosita Angarita de Numa, hasta su muerte en 1965.
Lo notable del trabajo de Meléndez lo están destacando algunos exigentes lectores, quienes consideran que su trabajo es una propuesta interpretativa que sobresale frente a la abundante bibliografía sobre Gabo. Se sugiere quitarle a Comala y a Macondo los frenos folclóricos en que ha caído su estudio, y propone el arriesgado paso de insistir en construir un concepto sobre la mentalidad latinoamericana. El lector exigente sabrá valorar esta incursión en el “espíritu absoluto” surgido de las guerras y de la soledad de América Latina.
