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Francisco vino a recordarnos que la paz está en un rincón del alma esperando que la queramos usar
Francisco habló de reconciliación más que de paz.
Domingo, 10 de Septiembre de 2017

La vida me sorprendió el pasado jueves 7 de septiembre con una invitación para conducir uno de los eventos programados en la visita del papa Francisco a Colombia  como peregrino de paz y esperanza, para que tal vez siguiera aprendiendo de primera mano, que la vida es linda, y que hay vivirla lindamente. Sin dejarnos robar la alegría y la esperanza.

Francisco habló de reconciliación más que de paz.

Porque el Santo Padre reconoce que esa palabra, como su propia esencia, ha sido manipulada y vulnerada a través de la historia.

Es que no hemos  entendido que la paz no tiene dueño ni protagonista.

La paz siempre ha estado ahí; juiciosa, tranquila. Ocupando su lugar; Pero ella, la paz, ha sido vulnerada siempre a través del paso de la humanidad; desde que la oscuridad de la ambición, el poder y la necesidad de satisfacer las exigencias del ego nos ha llevado a ver derramar sangre en guerras, batallas, persecuciones y actos infames en contra de la naturaleza humana.

La ausencia de paz es un conflicto consigo mismo; de cada persona, de cada líder que busca llenar sus vacíos interrumpiendo la armonía y vulnerando los derechos de los demás para gobernar con imposición a través de jerarquías que satisfacen a su ego con con coronas, o títulos como faraón, emperador, rey, primer ministro, presidente o comandante máximo.

Pregunto yo; ¿quién puede ser líder de un pueblo, si ni siquiera puede ser comandante de su propia barca existencial?

Alguien que no gobierna sus principios éticos y morales difícilmente puede hablar de paz, porque muy seguramente,  no es lo que hay en su  corazón

La paz, no es un trofeo, ni puede ser la inspiración de un premio.

Uno no premia la buena conducta de un hijo; comportarse correctamente es un deber del ser humano.

Uno no exalta sus propios actos nobles; servir a los demás es un digno acto del buen cristiano.

Uno no anda por ahí resaltando el perdón de quienes nos han ofendido; Uno perdona en silencio y continúa, pasando la página.

La paz entonces, es un estado del alma que se refleja en nuestras vidas.

Construye tu paz primero en tu corazón siendo un artesano del amor. El amor es la llave maestra de la felicidad.

Quien vive en amor, transmite amor.

Esa persona sale a construir, no a destruir, propone edificar, no derrumbar.

Esa persona desde el amor perdona y comprende que es más fácil declarar inocente al pecador que juzgarlo y señalarlo.

El perdón te libera, mientras que el rencor te encadena.

Estar cerca a Francisco y escucharlo con atención me ha inspirado a proponer que no hablemos más de paz sin antes revisar nuestra propia paz.

Nuestra paz interior. 

La Paz interior es ese estado ideal y permanente deseado por todos para vivir en armonía y neutralizar la alteraciones racionales provocadas por circunstancias externas.

La paz interior se cultiva aplicando  otros valores en el diario vivir como la serenidad, la meditación, la oración y la reflexión.

Para conocer las bondades de la paz interior debemos primero detener la prisa de la vida cotidiana. Hacer una pausa y respirar profundo, y con calma, reflexionar acerca de nuestra forma de vida.

Debemos revisar nuestros valores a  los que le damos importancia, para identificar si las motivaciones de nuestra existencia son espirituales o materiales.

La paz interior es absolutamente personal y se consigue con ejercicios individuales de contemplación en silencio.

Esta paz interior debe habitar en nuestro ser y no convertirse en huésped pasajero por temporadas.

En estado de conciencia identificamos esas exigencias del mundo que nos cargan de ansiedad y nos distraen de esa paz interior con que podemos iluminar nuestros pensamientos y ordenar las ideas racionales y precisas.

El lugar donde se guarda la paz interior es en el corazón, y desde allí se ilumina todo nuestro ser, neutralizando la mente y armonizando el espíritu. La paz interior está en la admiración por la grandeza de Dios en la creación de nosotros como partícipes de un universo funcional. También está en la majestuosidad de la naturaleza que nos rodea con toda su sabiduría auténtica.

La paz interior es un regalo que nos hacemos nosotros mismos construyendo un estado permanente de conciencia, con serenidad y calma.

Con paz interior, se toman decisiones acertadas y se convive en armonía, proyectando luminosidad con nuestra existencia.

Una persona que vive en paz interior, no se involucra en el juego material de la vanidad, por tanto la simplicidad de su vida se reduce al gozo innato de su vivencia en el presente inmediato de cada día.

Paz interior es el sonido del silencio que produce la quietud de la mente.

Busca en que rincón de tu alma está tu paz y ve por ella.

Hakuna Matata!

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