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A frenar los incendiarios

Esos cuentos son más producto de la fantasía.

Sin remontarnos muy lejos, tomemos como punto de partida el surgimiento de la República de Colombia con la firma de su nueva Constitución en el año de 1886, donde las luchas fratricidas entre partidarios de uno y otro bando en la  lucha por el poder estancaron el desarrollo económico y social del país. Las guerras y la violencia desatadas entre centralistas y federalistas, después entre conservadores y liberales, obligó a estos a suscribir un pacto llamado Frente Nacional-donde se intercalaron el poder los liberales y conservadores por un término de 16 años-que serviría para instaurar la cultura de la convivencia partidista. Y a fe cierta que ha venido funcionado hasta nuestros días. Las atrocidades y vergüenza de antaño por el comportamiento salvaje por cuenta de ideas partidistas son cosas del pasado y que, contado a nuestras nuevas generaciones no lo pueden creer. 

Dicen ellos, que esos cuentos son más producto de la fantasía. Esta sana convivencia se encuentra en peligro ante la intolerancia de unos cuantos que, a través de agresiones físicas y  verbales, impiden el libre ejercicio de la verdadera democracia. El señor Timochenko, nos guste o no, es libre de expresar con libertad de movilización por toda la nación su pensamiento político y no debe ser agredido de ninguna forma. Ese comportamiento genera reacciones disímiles y muy seguramente, de la misma forma los candidatos diferentes a la corriente de la FARC, no podrán tampoco entrar a algunas zonas influenciadas por ellos, y si entran, van a ser agredidos igualmente. Se llama “ojo por ojo”. 

Si queremos que Colombia no siga parcelada y que no hayan zonas vedadas, debemos ser tolerantes y permitir la libre competencia partidista sin ninguna clase de restricción. De la misma forma, el señor Petro utiliza al señor Pernía como caballo de Troya, para entrar a la casa, Cúcuta, retando e insultando a la mayoría de dirigentes de la ciudad que  no comulga  con su pensamiento político. 

Fue  así que el senador Corzo ante tan insolente lenguaje, mordaz, altanero y vulgar-dicen los testigos-le dio un puntapié por el trasero, por irrespetuoso. No olviden que la violencia genera violencia. No es bien visto pero tampoco el señor Pernía tiene “patente de corzo” para difamar a sus semejantes y menos a personas de relativa importancia en el trajinar político. Lo mismo sucede con los señores Gustavo Bolívar y Francisco Javier Cuadros aspirantes al congreso con el apoyo de Petro, difamando  a la primera autoridad del municipio. Así que señor Petro, tampoco se haga el inocente: lo sucedido en su visita a Cúcuta es producto de su propia cosecha. 

A bajarle los ánimos al caldeado ambiente político. No reconstruyamos etapas ya superadas de nuestra vergonzosa conducta intolerante del pasado, propicie una campaña respetuosa dentro de una sana competencia democrática y no impulse luchas fratricidas.  Que triunfe la democracia sin talanqueras ni artilugios. 

Viernes, 9 de Marzo de 2018
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