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Fuerza de abstracción
Cada quien debe inscribir esa libertad en su alma, sin vestigios de miedo, que abarque, valerosa, el contexto de su vida.
Domingo, 22 de Abril de 2018

Así, como en un nido, con la paciencia de los pájaros, ha de tejerse la libertad, con los ecos de las palabras sonoras que adornan las mañanas, como pan, dulces, lunas, y las sombras que se desplazan de los sueños a la frontera de la realidad.

Una libertad incluyente, nada esquiva a la autenticidad, ajena a las convenciones sociales, a la vanidad, con una rotunda insistencia en ser la apetencia de una felicidad que se logra sí, y sólo sí, se van metiendo en los pliegues del olvido las presiones externas.

Cada quien debe inscribir esa libertad en su alma, sin vestigios de miedo, que abarque, valerosa, el contexto de su vida, que se siembre en la intimidad como semilla de paz individual.

Una libertad que valga la pena, que no se deslice entre las manos, que haga prevalecer los nombres de las cosas bonitas, las páginas leídas, la música de las estrellas, o de las matas, la corona de las flores, y se convierta en el enjambre de la esperanza en los días porvenir.

Una libertad de abstracción, que posea en su esencia coartadas deliciosas: la soledad, el silencio y, la más importante, la vivencia de una cultura personal, elaborada en la lectura, la música y el estudio, con alternativas de suspiros, con una lucha cotidiana por ser autóctona, sin las manchas oprobiosas y absurdas que contaminan el alma apenas uno sale de la casa.

Que sea tan durable como las señales que antes se grababan en los árboles, y tan bella como el horizonte que se atisba en la aurora y tiene por ruta el vuelo magistral de las aves, tan alegre como las emociones sencillas dibujadas en sus alas, con un color azul para devolverlas al arco iris.

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