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Hibernación

Bolero: cualquier bella canción que expresaba el sentimiento puro, la emoción de seres que poseían corazón. 

En un ejercicio conciliador con mi nostalgia, voy a congelar en el tiempo algunas palabras que son tradiciones o recuerdos y, de seguro, no subsistirán la batahola de la modernidad. Las voy a dejar en una cápsula, en el aliento de la vida, hibernando, para cuando aparezca el nuevo Renacimiento y, algún romántico, las rescate y promueva en beneficio de la humanidad.

Son valores para dibujar los años del pasado, cuando la ingenuidad era como un beso tierno o un par de sonrisas y, los ojos, ventanas abiertas para que le vieran a uno el alma:  

Bolero: cualquier bella canción que expresaba el sentimiento puro, la emoción de seres que poseían corazón. Amistad: la mejor demostración de solidaridad y desinterés de una persona que estaba al lado, se unía a nuestras ilusiones y contaba anécdotas bonitas. Rosario: una especie de refugio espiritual en cuentas redondas, las cuales rotaban para ascender al cielo y bendecir a una linda señora llamada María y a su esposo José. Familia: cierto enjambre de lazos de afecto que promulgaba una esperanza conjunta hacia la dignidad, en donde se formaban unos amores llamados niños. Naturaleza: sede de maravillosos alados denominados pájaros, con escenarios divinos formados por agua, flores y animales, valles y montañas. 

Si cultivamos esos fundamentos en la melancolía buena, serán momentos resurgentes para repetir aquel proceso de la existencia que se inició por la bondad de Dios, en una escuela de jardines de nombre Edén, sin estaciones, ni limitantes, pero terminó cuando salió la maldad de la Caja de Pandora, para hacer que los mortales torcieran su rumbo y se dieran a destruirlo todo. Entonces brotará la armonía, entre abrazos, cuando se caiga el telón que duró tantos siglos.

Domingo, 27 de Agosto de 2017
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