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Hora de tinieblas
 Lo que empezó con el desconocimiento del NO ha ido avanzando en los poderes legislativo y judicial.
Sábado, 26 de Septiembre de 2020

El título de esta columna se corresponde con el más famoso poema de Rafael Pombo. Lo menciono porque ante el cerco que los poderes públicos le están haciendo cada vez con más saña a la democracia, el país corre el terrible riesgo de dar un paso sin retorno a su venezolanización, y el último viene del fallo de la Corte Suprema de Justicia que periodistas histéricos llaman histórico, en donde ésta Corte mostrando su perfil antidemocrático, como en su momento hizo soltando a Santrich, ahora deja la calle a los milicianos antiestado. El fallo de la Corte elimina de hecho a las fuerzas del ESMAD, en momentos donde periodistas agendados y su jefe Juan Manuel Santos, anuncian el retorno a las calles.

En Colombia, con el desconocimiento de la voluntad popular que voto mayoritariamente por el NO, los poderes públicos realizaron un golpe de estado institucional, convirtiendo la democracia constitucional colombiana en un estado social-ista de hecho que tiene como marco “jurídico supraconstitucional” los acuerdos Santos-farc. Fue un golpe institucional con la mirada autista de unos Estados Unidos, donde la geoestrategia de pacificación del gobierno Obama permitió el crecimiento de las autocracias antidemocráticas. Por eso, el cadáver insepulto del socialismo estalinista, anda como zombi, capturando las mentes “progresistas” de “intelectuales” y académicos, que hartos de vivir las ventajas de la democracia liberal, optaron por defender las salidas antidemocráticas y económicamente insostenibles.

Pues bien, lo que empezó con el desconocimiento del NO ha ido avanzando en los poderes legislativo y judicial, quienes abiertamente ya hacen gala de su total desprecio por la democracia liberal y la economía de mercado, presentando proyectos de ley que son “cargas de profundidad” contra la economía de mercado, y unas Cortes haciendo fallos políticos que buscan neutralizar las últimas fuerzas del estado que impiden la “revolución”. Con el ataque permanente combinado medios de comunicación-justicia, contra las fuerzas de seguridad, los izquierdistas buscan derribar la última barrera para montar el socialismo del siglo XXI en Colombia. Y esos “progresistas” encontraron a su mejor aliado en los “cacaos” colombianos, que siempre han vivido de las “ventajas” de un modelo que les privilegia sus modelos oligopólicos, quienes han visto que quien mejor puede mantener ese modelo extractivo es el “progresismo” político. 

Y faltan más fallos históricos: el siguiente vendrá cuando el ciudadano, en aras de defender su vida y patrimonio, enfrente a los milicianos, y la Corte Suprema de Justicia falle que eso configura paramilitarismo, y que esos ciudadanos deberán juzgarse con todo el rigor de la ley, como miembros de organizaciones criminales. Lo interesante es cuando darán el último fallo, en este caso conjunto de todas las Cortes, donde se declare que Colombia pasa de ser un estado social de derecho, a un estado socialista de hecho. 

Colombia se acerca a su hora de tinieblas, sin que al parecer la ciudadanía sea capaz de unificarse para defender su modelo democrático, y con unas fuerzas militares que se dejaron “infiltrar” de militantes “progresistas”, desde generales hasta oficiales de mando medio; los pocos “Nicolás Padrino” de las fuerzas militares, pueden bien multiplicarse, una vez los poderes legislativo y judicial, solidifiquen las bases del estado socialista de hecho.

Si los ciudadanos no “progresistas” no se unen a unas fuerzas militares purgadas para defender la democracia de los quintacolumnistas infiltrados en todos los poderes del estado, Colombia iniciará su hora de tinieblas. Hoy, que hay ruidos de hoces y martillos, a Colombia se le agotan las salidas institucionales, y el peligro no está en la frontera colombo-venezolana sino en la carrera séptima de Bogotá. La Corte Suprema de Justicia mostró que está dispuesta a todo para defender sus “conquistas antidemocráticas”. Se alineó el árbitro; se contaminó la sal.

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