Esta semana se cumplieron cinco años de la publicación del informe “¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad”.  Celebro este aniversario y dedico esta columna al mismo, porque la memoria siempre merece un lugar prioritario en las narrativas que nos construyen como sociedad. Y sí; es cierto: en Colombia poco leemos, y los temas de memoria histórica parecieran no interesar, pero este documento ha marcado un hito muy relevante no solo en materia de derechos humanos, sino de las apuestas pedagógicas de todo el territorio nacional.

Hablo de derechos humanos, porque la razón de ser de este informe responde a disposiciones legales que buscaron y siguen buscando que a través de la verdad, del derechos que tenemos a saber, se materializaran avances en materia de comprender diversas etapas de la violencia en Colombia. Hablo de pedagogía, porque quienes trabajamos con él en las aulas hemos comprobado que es una herramienta para comprender no solo dimensiones de memoria histórica, sino de múltiples realidades que pueden llegar a sensibilizar a un público estudiantil que es profundamente apático a las realidades que vivimos.

El documento aborda las desgarradoras consecuencias de la guerra que hemos vivido, pero también brinda una narración útil para diferentes áreas de estudio. En mi caso, trabajé con él en asignaturas propias de formación jurídica como es el caso de derecho constitucional colombiano, pero sé de otras universidades que incluso han abordado el informe desde perspectivas de la economía, el arte, la sociología y la literatura. De hecho, el mismo informe en sus recomendaciones, plantea una serie de recomendaciones a nivel de política pública dentro de las cuales se señala la necesidad de usar la memoria histórica como herramienta pedagógica.

Siempre lo sostengo. Es lamentable que en el mar de informaciones que son “tendencia” este tipo de noticias pasen inadvertidas, porque claro: esta semana tendría que haber sido noticia el quinto aniversario de uno de los principales textos que se han hecho en Colombia para entender de donde venimos, donde estamos y hacia donde podemos ir. Esta semana los sucesos de la política nacional han captado la atención del país, de un país que necesita apropiarse de acciones que conduzcan a reflexionar de forma reposada sobre los impactos de la guerra.

Esperemos que la historia se encargue de darle su lugar. Esperemos que la historia recupere el valor de las narrativas que hoy se construyen.

No me considero cercano al postulado que indica que si no conocemos la historia estaremos condenados a repetirla, pero debo decir que, en esta ocasión, le encuentro todo el sentido. Mientras hoy debatimos aspectos que en una semana olvidaremos, el quinto aniversario del Informe Basta Ya sigue allí invitándonos a leerlo, a conocerlo, a utilizarlo como herramienta pedagógica.

En honor a las víctimas, a la verdad, a los derechos que nunca hemos visto efectivos para estos colectivos, me sumo a la celebración.