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Columnistas
Intuición humanista
La misión común es transformar la sociedad.
Domingo, 4 de Marzo de 2018

La misión común es transformar la sociedad, así suene utópico, sin miedo al porvenir y, menos, al inmenso esfuerzo que se vislumbra para todos, el que hay que afrontar como sea, con la sonrisa novedosa y una mirada sincera hacia el horizonte, pura, bella, con esa necesidad de explorar un nuevo mundo. 

Se requiere un ámbito creciente en esperanza para abrir las oportunidades a la recuperación de la calidad humana, en todos los aspectos -urgente por demás- por cuanto, de no afianzar la dignidad de la raza, en coherencia con las causas naturales y la consciencia de libertad y orden, no se podrán resolver las tramoyas estructurales de una sociedad alienada, inmisericorde y excluyente.

La huella depositada en los años, la fe y el valor demostrados, extrañamente han permitido la supervivencia de la humanidad, porque no se dio tregua a la vida para ajustarla a los sorprendentes cambios: se avanzó así, sin ponderar nada, atropellando los sucesos, imponiendo todo, sin pensar, sin admirar, sin creer en el prodigio de la naturaleza que posee leyes suficientes para la ruta de la armonía. 

De manera que el camino iniciado hace tantos siglos aún va, ahí, con escasos mojones de humanismo radicados en la tierra para marcar el territorio de la nobleza, con menos libertad y menos orden a pesar de que se pretenda demostrar lo contrario (cohonestar). 

Lo bueno es que han incorporado sectores que antes no tenían ningún derecho y, aún en teoría, es un signo válido para acrecentar el protocolo de los derechos humanos: las etnias, las mujeres, la marginalidad, el respeto por la vida (?), lecciones hermosas de filantropía y servicio de gente incógnita, en el intento de aportar alentadoras lecciones de solidaridad y convivencia.

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