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Inventario de mentiras
En Colombia, la mentira es una pócima de odio y revanchismo para elevarle el veneno a la politiquería.
Sábado, 17 de Octubre de 2020

Insisto en que la mentira es un tóxico perverso, cualquiera sea el escenario en que se ponga, o la intención propuesta. Inclusive, cuando se reviste de “piadosa” para mostrarla menos ponzoñosa.

En Colombia, donde la mentira es una pócima de odio y revanchismo para elevarle el veneno a la politiquería, su capacidad de intimidación y de estigmatización intencional es mayor. Se convierte así en un ejercicio rutinario, descarnado, con omisión total de pudor al impulso de un libertinaje exacerbado.

Conviene, por lo tanto, poner al descubierto ese menú de tergiversaciones, que es al mismo tiempo una agresión encaminada a deslegitimar al contendor. En el inventario de las mentiras sobresale la del “castrochavismo”, que según sus autores es un gobierno sin libertades, sin democracia y con una economía de insolvencia. Si lo tiene Colombia, es el  resultado del mal gobierno. ¿Y quiénes gobiernan? Están a la vista.

La otra gran mentira es el título I de la Constitución (De los principios fundamentales), según el cual “Colombia es un Estado social de derecho”.  Y no es así.

La senadora Paloma Valencia miente a sangre fría, con intencional irresponsabilidad. Dice: “A Gaitán no lo mató el Gobierno, lo mató la izquierda internacional. Aquí estaba, qué casualidad, Fidel Castro, dizque a una cuadra del asesinato”. Ya se sabe que Paloma Valencia, autora de esa versión, es proclive a la insidia.

Y la cadena de la mentira se alarga con todos los eslabones de tergiversación sobre el acuerdo con las Farc que le agregan los enemigos de paz.

Lo que diariamente dicen congresistas de diferentes vertientes sobre los hechos nacionales o sobre lo que hacen, es otro caudal de mentiras con intención dolosa, sin duda.

Mentir es negar la realidad de la violencia y las agresiones de la Fuerza Pública contra los ciudadanos cuando participan en actos de protesta pacífica.

La copa de la mentira está rebosada cuando el alto Comisionado de Paz elimina la palabra conflicto (armado) de documentos oficiales, con desconocimiento de una verdad abrumadora.

En el repertorio de las mentiras en Colombia está también hacer creer que las ejecuciones extrajudiciales fueron acciones militares para contener la guerrilla, cuando fue el asesinato de más de 10 mil jóvenes llevados con engaño a esa carnicería de horror.

Mentir es decir que con los gobiernos de Álvaro Uribe el país solucionó sus problemas de violencia, o de desigualdad social, o los de su economía de pobreza para la mayoría de sus habitantes.

Mentir es negar lo positivo que hay en el acuerdo con las Farc o sesgar la verdad sobre la agresión de la Policía contra los ciudadanos inermes.

También se miente con las campañas sucias para deslegitimar la justicia cuando las decisiones afectan a los pupilos del establecimiento o cuando se oculta el  enriquecimiento ilícito de los parientes de los altos heliotropos del poder.

Es abundante la veta de las mentiras destinadas a engañar al pueblo y así el país se desquicia.

La otra gran mentira es la propaganda oficial contra la minga.

Puntada

Los congresistas de la Cámara que votaron contra la moción de censura al ministro de defensa, Carlos Holmes Trujillo, consiguieron un triunfo pírrico y demostraron que les importa más su mendrugo burocrático que los derechos de los colombianos.

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