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¿La desvalorización de De la Calle?

Ese señor que por sus virtudes y experiencia representa esa “calle con sabiduría” que mencionaba al inicio.

“La calle y su gente son más sabias que cualquiera” afirman algunos padres. “En la calle se aprende la verdadera sabiduría de la vida” dicen. 

Sin embargo, no es de cualquier calle de la que quiero hablar en este espacio sino de la sabiduría que De la Calle representa como estadista y candidato a la presidencia de Colombia. El gran “sabio político” que el país había estado esperando. El hombre que en 1991 como constituyente, con su amplio conocimiento de la política y el derecho, ayudó a crear una de las Constituciones más importantes de nuestra historia constitucional por implicar un pacto político entre estamentos tradicionales y nuevas fuerzas políticas.

Ese hombre de gusto bohemio, verbo elegante y vozarrón firme que trabajó por más de cuatro años en la Habana para desactivar uno de los conflictos armados más largos y cruentos del mundo, logrando un Acuerdo de paz en 2016 cuyo contenido incorpora las grandes reformas que ha necesitado Colombia por décadas: reforma política democrática, nuevas estrategias frente al problema de las drogas ilícitas, reparación a las víctimas, reforma agraria integral, etc.

Ese señor que por sus virtudes y experiencia representa esa “calle con sabiduría” que mencionaba al inicio. Ese a quien muchos ven desde ya como un derrotado “fósil” que por sus errores en la pasada consulta liberal tiene a gran parte de la bancada parlamentaria de su partido comprometida de “boca para fuera” con su candidatura pero que en verdad no lo está.

“Que viejo tan ambicioso” decía alguien por ahí en una cafetería de esas en Cúcuta donde se habla de todo tipo de chisme político, lo cual hace reflexionar: ¿desde cuándo la edad es un impedimento para tener ambiciones o deseos en la vida?, ¿acaso De la Calle representa la mentalidad pesimista de muchos colombianos que ven en la actual sociedad un decaimiento moral y político sin precedentes?, ¿acaso la experiencia en la vida, con aciertos y desaciertos, no es un equipaje de conocimiento importante para revisar y comprender mejor las distintas situaciones que componen la compleja existencia humana?.

La verdad es que De la Calle es un experimentado hombre de Estado que ha tenido una vida de trabajo público de más de cincuenta años y conoce como nadie la cosa pública en Colombia. Como él pocos en materia de resultados cuando quiera que se deba afrontar dificultades como servidor público: ¿o es que acaso ser uno de los cerebros de la Constitución de 1991 es de poca monta?, ¿o ser el gran artífice del Acuerdo de paz con las Farc que puso fin a la dialéctica ideológica, victimizada de esta exguerrilla que mataba en el campo por “no hacerse en Colombia las grandes reformas sociales y económicas que necesita la sociedad” es irrelevante?.

Yo no sé ustedes pero si supusiésemos que Colombia es un avión que necesita la mejor tripulación que la pilotee, a quién escogerían: ¿a un viejo piloto con condiciones normales de salud mental, física, moral, con amplia experiencia de muchas horas de vuelo conduciendo aviones o a un joven piloto que solo ha volado en simuladores, que no ha podido o querido pese a su juventud tripular naves que puedan certificar su grado de experiencia y normalidad en materia de salud mental, física o moral?.

Yo preferiría al primero. Como en esa anterior metáfora el doctor De la Calle es el mejor piloto que pueda tener la nave llamada Colombia para ser conducida hacia el mejor destino pese a la gran turbulencia que pueda haber en el camino.

Jueves, 12 de Abril de 2018
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